jueves, 8 de febrero de 2018

Según los estudios que estoy haciendo de Psicología, los pobres se echan la culpa a sí mismos de serlo. Por otro lado, también los ricos se echan la culpa de ser ricos. Ser rico tiene sus inconvenientes; por ejemplo, siempre están los adinerados preocupados por que no les quiten lo que tienen. Los pobres no creen mucho en que nadie les va a ayudar, así que si los ayudan, están encantados, casi no se lo creen. Los de izquierdas tienen que hacer la revolución para ayudar a los pobres, lo que precisa de mucho tiempo, mucho convencimiento, muchas energías que se gastan que no van precisamente para dar de comer a los pobres. Los pobres necesitan una serie de comodidades que no tienen y si esperan a la revolución, no comen siquiera. La ayuda a los pobres ha de ser directa y de corazón o no ha de ser. No queremos revolución. Yo no soy pobre ni rico, que es como debería ser todo el mundo. Los nacionalismos y los de izquierdas hacen pensar a la gente que no hay para todos, que los recursos de la Tierra los consumen otros y que ni la nación ni los pobres disfrutan de esos recursos. Eso es un engaño al que recurren nacionalistas e izquierdosos para meter en la cabeza de la gente que otros les OPRIMEN. Yo creo que si un pobre se lo propusiera, podría llegar a dejar de serlo. Lo primero que tendría que hacer es ponerse a trabajar. El trabajo es aquello por lo que recibes un dinero. Ante eso, no hay revolución ni nacionalismo que dé más. Las izquierdas prometen y prometen y no dan nada, al igual que los nacionalistas. El trabajo DA DINERO.
El día pasa para todos igual, son veinticuatro horas de luz y tinieblas. A saber lo que hace la gente durante la noche.
Si te dicen que mañana va a ver un acontecimiento digno de ti, no te fíes, nada hay más digno de ti que pase el tiempo tranquilamente.
Los montes están llenos de recursos, pero nadie va a los montes.
El sol no se cansa de contemplarnos. Agradece sus rayos durante el día, pues.

De lo que te digan, la mitad es mentira y la otra mitad, vanidad.

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