viernes, 12 de enero de 2018

Había algo en la novela "El tedio" de Moravia que me gustó mucho. La acción avanzaba según avanzaban también las reflexiones del pintor que gozaba del amor de aquella chica. Quizás fuera eso lo que me gustó. Pero he leído otra novela que me ha conmovido literariamente en gran manera. Esa novela ha sido "El idiota" de Dostovieski. ¿Cómo consigue el autor ruso mantener nuestra atención de tal modo que lo único que se cuenta es sobre la forma de ser de un personaje central que no pareciera tener tanta importancia? "El tedio" se titula así quizás por el aburrimiento del protagonista y la falta de sentido de su vida y de su amor por la chica, lo que le hace vivir en un estado de eterna reflexión sobre lo que hace. En "El idiota", lo que hay es una serie muy grande de conversaciones en las que se desarrolla el carácter raro del protagonista y una acción dada en dosis muy pequeñas con respecto a esas conversaciones. La mezcla de poca acción y reflexiones en la primera novela y las conversaciones en la segunda es lo que hace que se mantenga una intriga grande en las dos.
Una vez oí hablar a Gabriel García Márquez de la importancia del estado hipnótico que hay que producir en el lector mientras lee la novela. Ese estado hipnótico se procura mediante la intriga y el lenguaje a la vez. Dostovieski consigue que las páginas pasen sin darse uno cuenta, consigue ese estado hipnótico en el lector y Moravia también lo consigue. Luego leí "El conformista" pero allí no se consigue tal estado hipnótico, esta novela no llama tanto la atención del lector como "El tedio".
Las novelas que son como un hilo invisible que va tirando de ti son muy buenas, consiguen la abstracción lectora de un modo irreal, consiguen que no te apartes del hilo narrativo nunca. La experiencia de leer esos libros es muy gratificante ya que el lector olvida su vida y vive la del libro.
A mí me gustaría escribir una novela con estas dos condiciones: intriga que va avanzando muy lentamente y lenguaje que atrape al lector desde la primera línea. Márquez, en "Cien años de soledad" acaso consiga con su lenguaje este ritmo hipnótico pero el tema que trata (la vida fantasiosa de una familia en la selva) a mí no me acaba de gustar. Me gusta más la novela centrada en un solo personaje sobre el que se atraen más personajes o conversaciones o reflexiones que nos hacen pensar.

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