lunes, 6 de noviembre de 2017

El profesor de Psicobiología dijo que, una vez cumplidos los cuarenta, somos prescindibles pues ya hemos dejado nuestros genes a la generación siguiente. Viendo el caso desde una perspectiva biológica, tiene su razón de ser pero no creo que todo el mundo opine como ese profesor que a mí me parece un poco prepotente y ensimismado en su labor como docente. A lo mejor él no ha pasado los genes a la generación posterior porque tiene pinta de solterón.
Después de todo, no creo que estemos en el mundo exclusivamente para pasar la carga genética a nadie sino que estamos aquí rodando unos de una manera y otros de otra y no siempre se consigue una mujer o un hombre con el que procrear hijos que lleven tu impronta cromosómica. Pero ese comentario inadecuado de ese profesor me ha hecho pensar en mi carácter prescindible. Eso me pasa cuando encuentro gente que está segura de todo cuando yo no hago más que dudar en la vida. Dudo hasta de mi existencia y de mi yo. Así que hago caso de aquellos que lo tienen todo claro aunque pienso que ese tipo de personas que se explican el mundo con una teoría, ya sea científica, política o de otra índole son los que menos saben porque no dudan, porque creen fielmente que el mundo rueda del modo que le han contado desde siempre o ellos piensan. Hay comunistas en este mundo que sueñan con una revolución obrera y desde ese punto de vista lo explican todo, como hizo Marx con la historia y el mundo que vio, que lo redujo a una lucha de clases. Pues bien, hay gente que cree que somos simplemente biología, sustancias moleculares que se reproducen, una masa que piensa, siente y ama solo porque tenemos un cerebro que nos lo indica en cada ocasión. Y el alma no lo ven por ningún lado. Ven cromosomas, neuronas y tejidos. Lo peor de todo es que no dudan de que el mundo funciona como lo han estudiado y en eso creen.

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