sábado, 5 de agosto de 2017

Son las cinco y 35 del sábado día 5 de agosto. Bajo una ola de calor me veo recluido en casa. Para entretenerme, he escrito un blog sobre el calor, el cambio climático, sobre "Los otros", una película de fantasmas y sobre mí mismo. No hay que perder las sanas costumbres. A las ocho, pienso pasear hasta las Rozas. Me he fumado un cigarro y he bebido dos vasos de agua. A las seis, cuando concluya de escribir esto, me iré a ver a mis padres. Hay que matar el tiempo. Hablaré de "El hombre del traje gris", novela que me estoy leyendo. Parece una novela muy normal sobre el progreso económico de una familia un poco desastrosa. El padre vive de los recuerdos de un pasado lujoso, de una intervención como paracaidista en la guerra y de cómo afrontar su presente problemático. Tenemos, pues, el personaje problemático de todas las novelas. Hay un toque de humor con los hijos de este personaje. Todos contraen la viruela. Contratan a una nanny muy graciosa. No sé más. Solo sé que me está gustando esta familia que tiene un interrogante en la pared de su casa. Se parece mucho a la vida esta novela, que queremos que salga bien y luego nos conformamos con que salga únicamente y con pasar el día.
Ahora voy a hablar de Fernando de Rojas, autor de "La Celestina". Tenía una gran biblioteca personal. Fue alcalde de Talavera de la Reina, una buena población española. Pero era converso en un clima de antijudaísmo grande en la época. Fue un hombre pesimista. Por eso se mueren todos en "La Celestina". El humor del escritor establece una línea de creación en lo que escribe: si el escritor es pesimista, su mundo creativo tenderá a una crisis. Si es optimista, tenderá a la luz. Lo más lógico es una tragicomedia: luces y sombras esparcidos en los personajes y en el argumento. Lo que a mí no me gusta es la fantasía gratuita: vampiros y gnomos a gogó. Me gusta "La Celestina": es muy real y muy creativa en el lenguaje y en la creación de personajes que serían inmortales.
Son la 5:50. Me quedan diez minutos para escribir. Mi casa está en silencio. Se adivina el reverbero de la tarde. Escribiré de "El Jarama". Es una novela escrita por Sánchez Ferlosio. Quizás sea un tipo pesimista. En una excursión de chicos de Madrid, una chica se ahoga en el río. El río Jarama es bastante importante en la provincia de Madrid. Pero no sé por dónde pasa. Nunca me lo han explicado. Cosas de la educación española: te sueltan un rollo de la novela del siglo XX y no te dicen nada del río ni de nada. Ni te llevan al río de excursión donde pasó todo. Dicen que Ferlosio fue con un magnetófono grabando las conversaciones de los habitantes de las orillas de ese río. Pero no fue así: el captó el lenguaje de esas gentes. De hecho, esta novela es una enorme conversación. Quizá Ferlosio era de los perdedores de la guerra o de los que no se sentía a gusto con el régimen de Franco: de ahí el pesimismo, de ahí el ahogamiento en el Jarama de la chica. Visto desde el sentido de la vida, el argumento de "El Jarama", no tiene sentido alguno. Todos los excursionistas viven para el instante siguiente. Nada tiene sentido en esta novela. Quizás solo las palabras, el lenguaje que se crea, que crea el escritor. En fin, España ha dado muchos pesimistas a la literatura y los seguirá dando al paso que llevamos. 






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