jueves, 25 de febrero de 2016

Aparte de la novela "Mañana" que tomé prestada ese viernes, cogí una película que se titulaba "Tal padre, tal hijo", de un director japonés. La historia la vi el mismo lunes por la tarde en vez de echarme la siesta. Va de una familia de padre, madre e hijo a la que les dan la noticia de que en el hospital donde nació su hijo hubo una confusión: su hijo no es el biológico. Entonces, el hospital concierta una cita para que se conozcan las familias de ambos hijos. La otra familia está formada por unos comerciantes humildes que tienen tres hijos, uno de ellos el biológico de la primera pareja. A partir de ahí hay unos encuentros y todos los niños encuentran muy divertido al comerciante, que es un tío pasota mientras que el otro padre es un arquitecto enfrascado en su trabajo y muy aburrido. Las madres, mientras, se cuentan todos los asuntos de una familia y de la otra. Hacen el intercambio de niños pero sale mal porque el hijo no biológico de los comerciantes se escapa, ya que no le gusta su nueva familia tan aburrida y coge el metro él solo y se planta en la tienda de su padre adoptivo, el verdadero. El arquitecto casi tiene que salir corriendo detrás del hijo, pues ya se ha adaptado a vivir con los tenderos. Triunfa la convivencia sobre la biología, sobre la sangre al final. Es muy buena la peli.

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