martes, 29 de diciembre de 2015

Un pensamiento hay muy constante en mí: se trata de si hago algo por los demás, por los que están necesitados o no lo hago. Con dar 10 euros al mes a ACNUR no lo hago todo. Pero luego hay en mí una resistencia a eso que llaman voluntariado. ¿Acaso no soy yo un enfermo mental y no han hecho mucho por mí ni por los demás enfermos mentales que conozco? Los psiquiatras me han atendido más o menos menos bien pero, ¿la sociedad? ¿Ha movido alguien un dedo por mi enfermedad y los que estamos enfermos? Esa es la resistencia que no me mueve a ser voluntario ni nada. La soledad y el abandono en que están los enfermos mentales atacados por la esquizofrenia y el trastorno bipolar y otras dolencias mentales es grande. Además somos rechazados en cuanto se sabe la enfermedad que padecemos. Yo no aparento enfermedad alguna. Me muevo bastante bien en mi entorno. He trabajado, he ganado mi dinero, vivo bien. Pero, ¿otros enfermos? Viven mal, señalados y abandonados, con el estigma de la enfermedad en la frente. Así que no haré nada. Podría luchar para que la enfermedad sea visible, para que la gente no piense que matamos a nadie ni vamos dando la nota por ahí. Solo que tenemos muchas limitaciones. Nuestra enfermedad nos limita: estamos tristes sin saber por qué, nos dan manías, nos dan nervios, etc que no controlamos pero no matamos a nadie. Si un enfermo mental mata es porque no está controlado médicamente o abusa de las drogas, con lo que su enfermedad se agrava pero hoy hay una red de atención mejor que hace años. Lo bueno para un enfermo mental es un trabajo, una rutina, una estabilidad que a veces no alcanza y se desestabiliza por ello. Bueno, por eso no ayudo porque pienso que me tendrían que haber ayudado a mí  y ami familia en nuestros peores momentos. Hoy estoy bien. Ya ayudaré cuando lo vea necesario.

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