sábado, 26 de diciembre de 2015

En estas fiestas que he vivido solo he oído villancicos por los megáfonos instalados por el ayuntamiento en la vía peatonal. He entrevisto la alegría en algunos grupos que se formaban que serían familias que no se veían o tal. La alegría que se supone en estas fiestas como algo espontáneo, que surge sin querer se ha ido a otro sitio o a otro tiempo. No he visto especial motivo de felicidad en ningún lado ni en ningún momento. Dice mi hermano que eso se solucionaba con un concurso de villancicos o con un baile popular pero no veía yo candidatos para ponerse a cantar motivos navideños ni para bailar. Todo se pierde, incluso la sonrisa cuando ves las calles sin chispa ni emoción alguna porque el niño Dios vaya a nacer. La gente se va al cine con los niños y ve lo de la guerra de las galaxias y punto. O se va a correr para no perder la línea después de los atracones. La gente joven desconecta del sentido religioso de estas fechas y la gente mayor también. Se unen las familias con cuidado de no hablar de política ni de regañar y punto. Se tiene más miedo de lo que se puede perder (las formas) que por lo que se podría ganar (ese espíritu navideño que vete tú a saber dónde está). 

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