martes, 17 de noviembre de 2015

Mi hermano está muy picajoso, no sé qué le pasa. Mi novia solo habla de su padre, es normal. Mi amigo David no sabe por dónde se anda, también es normal. No cae ni una gota del cielo, eso no es normal. Me gustaría que lloviera muy menudito pero con la constancia de los días; que lloviera y nos estuviéramos en casa, a ver si dejábamos de decir y hacer el gilipollas o por lo menos, que las dijéramos o hiciéramos en casa, sin que nadie nos vea, sin que nadie las sufra. Que lloviera inclementemente, con la fuerza de Dios. Que el que saliera a la calle se mojara de agua irremediablemente, que se llenaran los cines, que se vaciaran las aceras de esa pestilencia de todos los días, que a los porreros se les mojara el porro y las ganas de fumárselo. Que se llenaran los salones de las casas de gente y que se entablaran allí todas las batallas del mundo y no en la puta calle. Que a los famosos les llegáramos a odiar y a dejar de envidiarles para toda la vida. Que canten los niños.

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