jueves, 26 de noviembre de 2015

 En mi familia hay cuatro generaciones muy distintas entre sí, con poco entendimiento entre ellas. La generación más anciana la representan mis padres que ahora tienen 84 y 85 años. Son los niños de la guerra. Vivieron una posguerra llena de necesidades. Luego viene la generación de mis hermanos y cuñados que ahora rondan los 60 años. En medio estamos mi hermano gemelo y yo, que tenemos casi la cincuentena. Y la última generación son los sobrinos, pues ni mi hermano ni yo hemos tenido hijos. Van por la treintena. Son mundos muy diferentes, de ahí la incomprensión de unos con otros. Mis padres cuentan historias de burros, de trabajos de campo, de bailes en la plaza. Mis hermanos y cuñados han estado muy incomunicativos con mi hermano gemelo y yo y son un misterio para nosotros así como los sobrinos, que no son muy comunicativos y llevan vidas muy diferentes a las nuestras en cuanto a pensamientos, estudios, aficiones, etc. Me comunico mejor con mi madre de 84 años que con mi hermana de 60. Y que con mi sobrino de 35. Mis padres han sabido criarnos muy bien y en ellos he depositado toda mi confianza toda mi vida. En mis hermanos mayores, no. Mis sobrinos no los entiendo ni los tengo por qué entender. No son familiares directos míos. Los aprecio en lo que tienen de apreciable y basta.

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