lunes, 13 de julio de 2015

He vivido esta última semana tres experiencias con tres personas distintas que me han dejado tocado moralmente porque me he dado cuenta de cuán bajo cae la gente por su propio modo de ser rastrero, utilitario y maquiavélico. La primera persona se creía en el deber de contarnos sus miserias a unos amigos para que las comentáramos en plan de una lección. Fue asqueroso. La segunda persona solo estaba interesado en los movimientos de otras personas para su propio interés. Es lógico: esta persona solo se mueve por su propio interés y la generosidad es una cosa de la que no tiene noticia. No sé cómo me pilló de sorpresa pero no dejó de dejarme un poso de asquerosidad su conducta. De todos modos, a esta persona se le acepta ese modo de ser hace mucho tiempo y se le conoce su materialismo y el utilitarismo que hace de las personas. La tercera persona se mostró muy pesada e insidiosa por un asunto estúpido del que yo no quería saber nada. Al final, pasé del tema pero vi que las personas se muestran cansinas en algunos temas y no se dan cuenta de que lo son. Así que estos tres ejemplos de egoísmo, orgullo estúpido y gilipollez supina que he vivido últimamente, aunque cada uno por sí solo no signifique mucho, los tres juntos me han hecho ver que la gente se mueve por interés propio moleste a quién moleste, que la gente es estúpida y narcisa, egoísta y terca hasta cansar a los demás. Hay que aguantar estos comportamientos no sé si por la mala educación que hay en España o porque los españoles somos (son) así o porque sí. Eterno folletín, que diría Rosendo.

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