martes, 14 de julio de 2015

Ayer fui con mi hermano a la parada del taxi y había unos taxistas de nuestra edad con los que charlamos un poco. Luego, los taxistas, incluido mi hermano, se fueron marchando y me quedé solo en la parada. Me fui a un bar y me leí el periódico del que no recuerdo noticia alguna, fue mero entretenimiento lector. Luego cogí el autobús y me vine a casa a escribir la novela. Pero no me salió ni una línea. Por contra, me acabé "En la orilla" de Rafael Chirbes que es una novela que no ahorra en contar la porquería humana que hay en todas partes y el fracaso que anida en la vida de cualquier persona por aparente felicidad que crea vivir. Todos somos humanos, viene a decir Chirbes y todos tenemos mucha mierda en las tripas y en el corazón. No hay nadie inocente cuando se pierde la infancia. Yo diría que hay niños repelentes que la tienen perdida ya por culpa de sus padres. En fin, qué asco constatar que la vida es una barca como decía Calderón de la Mierda. Todos estamos en un barco que hace aguas por todos los lados y la lectura de ese libro hace que nos demos cuenta de lo sucio que es vivir y de lo mal que sienta esa suciedad de la vida en el cuerpo y en el alma de la gente.
Sufrirás hasta la muerte.

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