viernes, 26 de junio de 2015

La mañana ha transcurrido feliz. He charlado con mi amigo el vendedor de cupones que hoy no estaba contento con la venta y le esperaban horas de aburrimiento. Todos los cupones colgaban de la cristalera de su cabina y nadie compraba. Estamos a fin de mes, le he dicho. Ya, habrá que esperar a la semana que viene, ha dicho él. Le he dejado con su contratiempo y le he deseado que se divierta en su barrio. Luego he quedado con una amiga con la que no tomaba café desde hace mucho tiempo. Pensaba que el encuentro sería aburrido pero no, ha estado muy bien. Yo le he hablado de mis escritos y ella ha dicho que hay que moverse por las editoriales y la verdad es que me ha animado un montón. Ahora no creo que me mueva por las editoriales por el calor y porque llega agosto pero sería un buen punto en septiembre darme una vuelta por ellas. Yo le he preguntado a esa amiga cómo le va la vida y me ha dicho que no le va muy mal del todo, con sus hijas y con su madre muy mayor y tal pero que bien. Le he dicho que se ponga a salvo del sol este fin de semana y nos hemos despedido. He comido y ahora, a la hora de la siesta, me imagino por Madrid con cartapacios entrando en editoriales.

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