martes, 19 de mayo de 2015

La idea de crear siempre surge con otra idea paralela que se junta al acabar la obra que es la idea estética. Cuando alguien decide componer algo, decide al mismo tiempo, casi inmediatamente, que eso sea bello o tenga algún sentido. Pero desde que llegaron los ismos al poder (surrealismo, dadaísmo, ultraísmo, etc) esa idea de belleza unido a lo creado se rompió y cualquier creación solo tiene como objetivo no se sabe qué. Los poemas surrealistas se pierden en una conexión ilógica de ideas que puede que no las entienda ni el que las creó, si se puede llamar creación el hecho de ir juntando pensamientos que se le ocurren a uno en la inconsciencia o escritura automática, como lo llaman ellos. El dadaísmo rompía con todo lo lógico y su propio nombre (dadá) ni tiene significado ni tiene lógica alguna. Hay obras de las que no paro de maldecir por el absurdo que comportó presenciarlas o leerlas. Una de ellas fue la película de Berlanga "París-Tombuctú". Una chorrada, una mierda de película, todo lo que se quiera decir menos una obra de cine.
Generalmente la gente rehuye de lo ilógico porque es difícil y absurdo y así , en una biblioteca normal no hay esa serie de obras absurdas, estériles e imbéciles que no dicen nada.
En España, el introductor de todos estos ismos fue Ramón Gómez de la Serna, del cual me gustan sus greguerías pero nada más. El 27 español está lleno de influencias surrealistas que en algunos poetas no condujeron a nada y en otros, a hacerse abstrusa su poesía.
En fin, la creación, qué cosa más complicada.

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