sábado, 18 de abril de 2015

Insultar deriva etimológicamente de In-salire, "saltar sobre". Hay gente a la que le gusta insultar pero el insulto se vuelve en contra de ellos en forma de rechazo: "es un chulo de mierda, es un prepotente, etc". Insultar, pues, no sale gratis. Se insulta sobre lo que se desprecia, sobre lo que uno cree que está por encima, pero, al insultar, se obtiene lo contrario de lo que se pretendía porque al insultar se llena uno de desprecio del insultado y más, si es sin razón y a sabiendas del hecho por el que uno es insultado. Si uno llama tarado a otro y encima sabe que esa persona tiene problemas de tipo emocional, el que insulta se llena de mierda porque no insulta a otro soberbio sino a a un débil y además, a sabiendas. Seguro que ese insultador, cuando tiene que defenderse ante alguien superior a él, se calla la lengua y acepta la superioridad del otro.
No se sabe en esta vida nada más que arremeter contra el débil. Pues bien, el débil a veces sabe qué hacer con ese que se cree fuerte (digo se cree porque no lo es) y lo más común es que el débil se niegue al fuerte con todas sus fuerzas. Ya digo, los insultos no salen gratis para el insultador. El insultador se carga de una lámina que le recorre el cuerpo como repelente, como una cosa que huele muy muy mal.
No insultes, es de necios.

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