miércoles, 11 de marzo de 2015

En las relaciones humanas puede pasar que uno de los interlocutores sea un cargo. Pero ese cargo debe ser y parecer un cargo y no un tocamerroque. Como en el ejemplo del banco, si el director engaña a un cliente con su pose de seriedad que le otorga el cargo, ¿no dan ganas de sacarle las tripas a ese tipo?
Si el cargo está representado por una persona, es unipersonal, que no tiene las habilidades básicas para su desempeño, ¿no es mejor que lo deje? Es lo que hice yo con el cargo de profesor porque yo como persona no podía soportar ese cargo encomendado.
Sea por engaño, sea por incapacidad, sea por falseamiento, el que ocupa un cargo y no está a la altura de las circunstancias debe dimitir al momento. Y el que lo usa para enriquecerse debe ir a la cárcel. 
Así es la persona, así es el cargo.
Ladrones, hijos de puta con cargo hay muchos. Personas de bien que detentan cargos, muchísimos. En la vida nos vemos las caras con abogados, médicos, funcionarios de toda índole, directores de no sé qué. Ojalá todo funcionara como dice el cargo pero a veces no funciona así.
Mira el cargo y mira la persona.

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