domingo, 15 de febrero de 2015

Hacía un tiempo grande que fumaba como un descosido, en plena libertad, sin concesiones. Pero hoy, estando en la cama porque es domingo y me despierto tarde, he decidido no fumar el primer cigarrillo y los que le siguen. En estos momentos me habría fumado ya unos cuatro o cinco cigarrillos. Siento sequedad en la boca e inquietud por el cuerpo. Era mucho lo que fumaba últimamente, a un ritmo de cada diez minutos, un cigarrillo. Me gusta haber adoptado esta medida que no sé cuánto durará pero yo he puesto límite a las cinco de la tarde. Lo malo es que ya no pensaba nunca en dejarlo, era un fumador perdido en el vicio para siempre. Y el que está perdido en el vicio, si no se mea en la puerta, se mea en el quicio, eso lo sabe toda la gente de pie.
La gente no hace más que dar vueltas al torrado a ver cómo pasa la jornada aunque sea dominical. A la gente tú dale días que ya verá ella de ir toreándolos como sea para poder llenar la tripa y trabajar lo justo. A la gente llénala de problemas ya verás cómo te los resuelve de una manera eficaz y satisfactoria. Porque la gente está hasta las narices ya, está que no puede más, está harta de la puta crisis y del puto Rajoy y de su puta madre también.

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