martes, 20 de enero de 2015

Si en la vida no hay riesgo, sólo un triste pasar, no hay emoción alguna en los días que suceden inermes como un juguete que no se usa. La vida debe ser lucha, no una lucha por la supervivencia, que eso es muy triste, pero sí una lucha por los objetivos que nos marquemos. A veces, el objetivo se cumple tras días y días de obligado cumplimiento de un deber que desemboca en el fin que nos hemos marcado. Otras veces, las menos, es como un salto que se da para cambiar totalmente el registro que marcaba nuestro ritmo vital. Puede ser un viaje apasionante o algo que cambie radicalmente nuestras vidas en un tour de force definitivo. Puede ser también el enamoramiento, que trueca tantas cosas. Puede ser cualquier cosa que haga que nosotros ya no seamos los mismos. Cuando tengamos que ser los mismos, no haya cambio a la vista, más vale fijarse en pequeños objetivos que podamos cumplir y felicitarnos por haberlos cumplido y consagrarnos en algo. Ser aquel hombre que de ser naúfrago en el mar, consigue ser naúfrago en tierra. Algo es algo. Las necesidades son las mismas pero podemos mirarlas de otra manera.

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