lunes, 1 de diciembre de 2014

No sé cuando empezó mi estado de ánimo a hacer cosas raras y a declinar en una forma de nerviosismo que casi no me dejaba vivir. Creo que empezó el jueves o el viernes y ha durado todo el fin de semana. ¿Y ese estado de nervios a qué se lo atribuyo yo? Pues se lo atribuyo a tener la sensación de no ocupar las horas que se te vienen encima por la tarde o por la mañana. Muchas horas sin saber qué hacer y de ahí los nervios. Se me pasaron el domingo cuando fui a Madrid y ver el espectáculo de gentes y gentes que iban de un lado a otro por las calles y empecé a sentirme bien y a recuperar el optimismo perdido y empecé a sentirme bien conmigo mismo en ese paseo que va de Moncloa a la Plaza Mayor y allí comerme un bocadillo de calamares estupendo y meterme en el metro y seguir viendo gente, gente y gente que quizás tiene mi problema u otros de mayor envergadura y yo, allí entre la gente, disolví mis nervios que había pasado durante todo el fin de semana. Y me vine a casa y fui feliz de ser otra persona por fin.

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