domingo, 28 de diciembre de 2014

He vuelto a ver lo del hermano mayor, un programa de televisión que trata de jóvenes que dan problemas a sus familias. Los graban haciendo el salvaje en sus casas, destrozando los muebles, gritando a sus madres para que les haga la cama y les dé dinero. Hay un conflicto grande entre hijo y padre o madre, un conflicto del pasado que este hermano mayor debe resolver. El hermano mayor es un jugador de water polo que se desvió de su camino deportivo y luego se enderezó. Cómo se ha reconvertido para ayudar a este tipo de personas problemáticas no lo sé. Yo el programa que me conmovió fue el de un hijo que no perdonaba a su madre el haberlo abandonado de pequeño. El del viernes pasado fue de un chico que tuvo una vivencia traumática en el ejército. Se quedan los chicos muy tranquilos después de pasar por unas pruebas en las que ellos van viendo su verdadera frustración. A mí este programa me hace llorar y me siento muy conmovido cuando lo veo pero me dicen por ahí que está un poco exagerado. Lo que no entiendo es que unos chicos tan salvajes se dejen grabar y acepten que un extraño les diga cosas íntimas de su vida. El caso es que me espeluzna que haya casos de estos por la vida y qué grado de sometimiento alcanzan de sus víctimas, padres o hermanos, pues los tienen sojuzgados por la violencia que ejercen. Me gusta mucho el programa aunque puede ser repetitivo pero el grado de humanidad que hay en él no lo veo en ningún otro programa.

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