miércoles, 10 de diciembre de 2014

Estos días me he quedado sin ideas que escribir en este blog. Quizás haya sido todo cuestión de pereza o mejor de falta de ideas o de que no me ha sucedido nada de transcendencia para poderlo contar. Como fui a Toledo y ahora he ido a Segovia pues voy a contar ambas experiencias. Toledo es una ciudad muy unida en sus calles, muy prieta en su geografía interior mientras que Segovia tiene una serie de laterales o de extrarradios hechos división por el acueducto o por las cuestas que separan terrenos o barrios. Segovia es muy abrupto en su forma mientras que Toledo es muy concentrado. El río Tajo muestra una separación de la ciudad (hay que bajar muchas escaleras para llegar a él) pero el río Eresma que llega a la Fuencisla y a los Carmelitas también precisa de un descenso por un camino que bordea el alcázar. Como mi novia es muy andarina, primero hay que subir la calle real de Segovia y llegar a la plaza del ayuntamiento y luego ir hacia el Eresma hasta la Fuencisla, caminata que se ve recompensada con una comida con fundamento. En Toledo, con andar por calles llenas de encanto, conectando plazas o la judería o los parques que hay a las afueras de la puerta de la Bisagra nos damos por contentos. Pero siempre hay que andar, andar y andar de un sitio a otro para tratar de verlo todo. En Toledo hacemos una ruta guiada, ruta que no existe en Segovia y que la deberían de instaurar para pasar la tarde. Bueno, Toledo me gusta sobre todo por su Zocodover y Segovia por el camino arborizado hasta la Fuencisla.

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