martes, 4 de noviembre de 2014

En mi pueblo, a estas horas y a cualesquiera hora, tendría seguramente alguien con quien hablar porque allí en mi  pueblo nos conocemos todos y todos conocen a mi padre y a mi madre y a mi hermana, etc. Sólo tendría que tener ganas de hablar, que gente con la que charlar no faltaría. Sólo tendría que dar una vuelta por el pueblo y al primero que viera por la calle, zas, asaltarle verbalmente y entablar una conversación cumplida.
Aquí en la ciudad ni conocen mi historia ni la de mis hermanos ni la de mis padres ni la de nadie de mi familia.
Aquí en la ciudad primero llamas a ver si alguien quiere quedar contigo y las gilipolleces de las que hablo con esa persona no valen la pena sacarlas a la lengua, son cosas tan triviales que no merecen la pena ser expresadas: el fútbol, el tiempo, la tele: gilipolleces.
Es más agradable la charla en el pueblo, tiene más miga. Ahora escribo esto pero si estuviera en mi  pueblo, estaría charlando como Dios. Si quieres buena compaña, vive en tu pueblo.

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