domingo, 12 de octubre de 2014

Tercer día que caminé. Por Madrid, esta vez. Fui con Paco y no hablamos mucho. Allí vi un poco de todo: en la Plaza de España se arremolinaban los jóvenes de tendencias más modernas. Luego fuimos a la plaza de la Marina, al lado del Senado y nos sentamos en una terraza. Había allí, tomándose un café en compañía, un hombre de barbita, muy delgado, con los ojos muy vivaces que no paraba de hablar de arte y literatura. Criticaba la literatura actual como sabiéndolo todo. Este tipo tenía una arrogancia en su pose y en su mirada que decía: "lo sé todo", en contra del dicho del sabio Sócrates.
Al lado de la terraza había una peluquería de gays de la que salía un intenso olor a laca.
En la Gran Vía también me senté en un banco y observé cómo va la gente. Chicas guapas, mujeronas, parejitas, ancianos solitarios, etc y se me quitó un poco la pena de mí mismo y se la fui dando a estos que pasaban. Sal a la calle y verás ejemplos de lo que tú eres o no.

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