viernes, 29 de agosto de 2014

Voy a reflexionar sobre una circunstancia, sobre un estado mental sobrevenido por una serie de circunstancias. Empezaré cuando Paco y yo nos vinimos a Majadahonda desde el pueblo. El primer día yo fui al supermercado e hice la comida. Era viernes. Comimos jamón con melón y hamburguesa. Por la tarde ya no recuerdo bien qué hicimos pero yo creo que me aburrí. Empecé a aburrirme. El sábado comimos rebozados: jamón york, plátano y huevo frito. Por la tarde no recuerdo nada especial, así que probablemente me volví a aburrir, esta vez quizás con Eva. El domingo hice la paella que tanto me costó ponerme a prepararla. El domingo me aburrí en El Escorial por la tarde con Eva y Paco. El lunes comimos de la paella que sobró y no sé que hice por la tarde; probablemente, deambular por la calle, intentar escribir mi novela pero la imprimí y la leí y me di cuenta de que estaba muy mal y no fui capaz de seguir con ella, me falló la novela. El martes comimos un yogur líquido de litro y el miércoles comimos lentejas. Estos dos días fueron los peores. Yo empecé a sentirme mal (muy confuso e inseguro) porque estaba deprimido. La gente que veía me daba la sensación de ser de mentira o algo así. Pasaba muchas horas sin hacer nada más que fumar. No quería ir a ningún sitio pero en casa tampoco podía estar. Tenía la sensación de estar encerrado en mi propia casa. Todo se solucionó cuando vinieron mis padres por la tarde y fui a verlos. Se me quitó el mal rollo. El miércoles me levanté a las 8 de la mañana para hacerme un análisis. Esto pudo influir en que estuviera mal esa misma tarde. No me tomé la pastilla de litio esa mañana. Pudo influir. Pero yo creo que lo que más influyó fue estar solo y aburrido tanto tiempo. No lo pude soportar y mi cerebro reaccionó deprimiéndose.

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