martes, 5 de agosto de 2014

Parece que la soledad nos va midiendo la dosis de paciencia que podemos ir depositando en la vida, aguantando. Uno se puede sentir solo aun rodeado de los seres queridos o estar solo de verdad, al arbitrio de uno mismo. Ahora me voy al bar a ver si encuentro alguien con quien charlar, ahora me voy a casa a matar unos momentos haciéndome la cena, a ver si se llega pronto la hora de oír un poco la radio tumbado en la cama, a ver si me entra pronto el sueño. Parece que en soledad todo es una tentativa a ver si esto o lo otro. Porque cuando uno está solo depende de muchas cosas, muchas cosas son las que tuercen el día para bien o para mal. En soledad son muchas cosas las que se le ocurren a uno pero no tiene a quien contárselas. En soledad hay un perro que te acompaña siempre como una suerte, como la aleatoria forma de pasar el día.
En la soledad, uno encuentra amigos, caminos, luces y sombras que se agitan como en un teatro dispuesto tristemente para el que lo quiera ver.

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