domingo, 24 de agosto de 2014

En la novela "Los miserables" de Víctor Hugo, se plantea un dilema moral sobre el bien y el mal en las carnes de un personaje presidiario al que todo el mundo desprecia y abandona excepto el obispo de la ciudad. Este presidiario no ha conocido de sus semejantes más que el odio, el mandato, el castigo, etc.
Yo también me he planteado a lo largo de mi vida por qué hay gente mala y buena en el mundo, cuál es el origen del mal, el malo se hace o nace, etc.
¿Por qué roba por primera vez una persona? ¿Por qué hace el mal por primera vez una persona? ¿Hay gente mala por naturaleza? ¿Y buena? Ser bueno lo vemos normal. Todo el mundo debería ser bueno, la familia lo impone así pero, ¿se puede ser bueno después de ser malo o no? Las personas lo resolvemos todo con tópicos y con dichos que juzgan, sin parar a analizar la vida de los demás lo más mínimo. Se dice: "esa es una puta" y ya está todo sentenciado y liquidado, ya no hay más que averiguar. Es sorprendente el montón de cuestiones que se resuelven porque oímos de una persona que merece nuestro respeto, o parece saber mucho, un juicio moral sobre un hecho o una persona. Juzgar a los demás es muy fácil y muy difícil restituirles de ese juicio después.

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