miércoles, 4 de junio de 2014

Voy a describir una actividad tediosa que he llevado a cabo estos tres días de junio: me levanto a las diez, desayuno, compro tabaco en el estanco y me voy al hospital. Allí me esperan mi padre, mi tía y mi madre, que es la enferma. Se va mi padre y me quedo con mi tía para toda la mañana. Mi madre ha soñado estas noches y ha pasado miedo por la oscuridad, la soledad del enfermo, etc así que tiene una cara cansada de las horas nocturnas en tensión. Después la cara se le va animando y charla conmigo y con mi tía. Mi tía se desvive por mi madre y la arropa, le alcanza pañuelos, le calienta una bolsa de agua, le da masajes y le unta con nivea la piel reseca. Así pasan unas horas hasta que yo me como un bocadillo en el bar porque tengo que aguantar hasta las tres de la tarde para irme. Entonces viene la comida del enfermo. Antes, en un primer ingreso, mi madre no comía y nos creaba angustia y preocupación a todos. Ahora come muy bien. Después de comer vienen unas enfermeras que suben a mi madre a la cama. Yo me tumbo en el sillón de la habitación y espero a las tres, que viene mi hermana. Me voy con mi tía, comemos tardísimo y luego escribo esto.

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