lunes, 2 de junio de 2014

Si nos pudiésemos librar de los juicios, de los consejos de los demás
y de ese tipo tan pesado que nos ve en todas partes...
Si nos pudiésemos librar de afeitarnos, vestirnos elegantemente
e ir a la moda...
Si nos pudiésemos librar de estar siempre aquí, de esa llamada telefónica, de no ver el mar cuando quisiéramos...
viviríamos más felices, masticaríamos más despacio, los pájaros nos harían gracia al fijar la vista detenidamente en ellos.
Sonreiríamos más, nuestra piel se estiraría al sol de la intemperie, nuestro sexo resurgiría a la desnudez de la luna.
Nuestro dinero valdría más pues lo gastaríamos con mayor gana que no tirarlo en coches y televisiones gigantescas y absurdas.
Yo, en particular, no haría nada más que gastar el tiempo en cosas que me gustaran, no en lo que me dicen viejos tratados con dos piernas y la cabeza loca.

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