lunes, 5 de mayo de 2014

Para que una novela se convierta en un clásico y además en un best seller o en una novela muy leída detrás tiene que haber un trabajo ingente del escritor que ha querido esforzarse para que esa novela sea modélica y atractiva. Siempre se pone el ejemplo de "Cien años de soledad". Tiene un estilo esta novela inmejorable. No en vano, Gabriel García Márquez desechó 50.000 folios que escribía y reescribía una y otra vez y nunca estaba a gusto con el resultado. Nos dejó un Macondo e historias nunca relatadas tan bien, llenas de imaginación y del saber de la vida. Leyéndola se da uno cuenta que la historia le transporta y le mete en un mundo, el mundo que quiso el escritor que nos metiéramos para nuestro deleite.
El escritor es un luchador nato que beligera con las palabras que hay en su diccionario mental, con el mundo que ha conocido o conoce y con la historia que pretende dejar antes de morirse. Y lucha mucho hasta conseguir un resultado notable. Porque son ideas, personajes, tramas que se parezcan a la vida lo que hay que hilar con la escritura. Y eso es difícil.

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