martes, 6 de mayo de 2014

Hay gente que coarta la libertad de los demás con sus requerimientos. Todos hemos tenido esa tía que nos decía: "venid a verme esta tarde", cuando solía ser una tía aburrida que te llenaba la mesa de pasteles pero te aburría un montón contándote batallitas y preguntándote hasta por el carnet de identidad. A mí no me gusta hacer esas cosas. Que cada uno vaya por donde quiera. Si fuera bueno lo que tuvieras que ofrecer; simplemente, mucha simpatía o que eres un tío festivo con el que uno se lo pasa muy bien, pues vería justificado ir a ver a quien sea pero si la persona es aburrida y preguntona, la mandaría a la porra con tal de que me dejara en paz. Lo que pasa es que esto suele suceder con personas de la familia y tienes que cumplir porque si no, lo ven como una ofensa: "no me has llamado cuando estuviste en el pueblo". "No venís a verme", etc. Me pone negro. Por algo será si no voy. Yo jamás he dicho a nadie que tuviera que venir a verme. No sé qué se creen esas personas "a las que hay que ir a ver". Como si fueran un espectáculo familiar.

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