miércoles, 14 de mayo de 2014

Desde que mi madre está en el hospital, hace ya más de un mes, ya nada funciona igual. Los domingos ya no son domingos con la familia, la familia se ha disgregado. Hay que hacer la comida todos los días de la semana; antes, comíamos tres días con mis padres. Por otro lado, la soledad de mi padre se ha hecho patente a ratos que debe estar solo en casa. Mi madre era un puntal dentro de la familia, un puntal firme y eficiente. Yo me he sentido angustiado, con sudor de manos, no se si de angustia o de ansiedad pero por lo menos no he dejado de dormir bien. Los incidentes de salud que le han pasado a mi madre nos han tenido muy preocupados y mi salud mental se ha resentido un poco. Mi hermana ha sido la más sacrificada pues ha tenido que aguantar largas horas de espera junto a mi madre, aguantar a unos médicos que a veces no lo han hecho bien y daban noticias contradictorias. Mi cuñada también ha estado presente en la enfermedad y también mis sobrinos a visitarla. Ha habido días bastante largos y de agitación. Ha habido contrariedades como la desnutrición de mi madre o el nuevo ingreso que tuvo que hacer con sólo un día en casa, etc. Fallos médicos, largas esperas, incertidumbres nos han tenido pendientes de la salud y del destino de mi madre. Ojalá todo sea para bien pero ya nada será igual.

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