sábado, 15 de febrero de 2014

La vida no se puede definir. ¿Por qué hablo de la vida? No sé. Parece que últimamente me gustan las grandes palabras como la vida, la felicidad, la muerte y como tengo que escribir porque esto del blog es para escribir...
La vida es muy grande, quizás se pueda comparar al mar, que está lleno de secretos. Dice un refrán antiguo: si no sabemos nada de la vida, ¿qué vamos a saber de la muerte?
La muerte iguala, dicen los pastores mientras cuidan de las ovejas y a los pastores les basta con unas cuantas certezas para vivir la vida; entre ellas, esa: que en la tumba cabe todo el mundo.
La vida está hecha de muchos licores, digamos, y beberlos o no beberlos depende de la maña o de la presteza o de la inteligencia que pongamos a la hora de beber.
Hay gente que no bebe más que agua en toda su vida y que su lecho es muy pobre y que todo lo suyo parece de pobre y a lo mejor es el que mejor ha entendido la vida, pero, ¿quién va a juzgar eso?
Otro tema es la verdad. ¿En la vida hay que estar al lado de la verdad o da igual? El que persigue la verdad en esta vida acaba hecho una pena, eso es verdad.

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