miércoles, 4 de diciembre de 2013

Los niños pequeños son un inmenso mercado. Cuando van adquiriendo una edad y un gusto propio, siguen siendo un mercado que pagan sus padres. Luego se compran un coche. Luego son unos expertos en marcas. La juventud de ahora, quitando aquellos jóvenes con criterio propio y que tienen unas inquietudes más allá de la publicidad reinante, es una exponencial causa de consumo inútil. ¿Trabajan los jóvenes?¿Tienen una idea de lo que es realmente el dinero?¿Se divierten contando chistes o charlando?¿Se estimulan con otra cosa que no sean drogas y sexo banal? Quiero pensar que sí pero la idea que tenemos de ellos por lo que vemos y oímos es que no. La idea que este sistema da de los jóvenes es pésima pues no se les da notoriedad en el mismo sistema donde una gerontocracia gobierna y para ser un profesional asentado se precisan una media de casi cuarenta años. Los jóvenes son esos locos con carnet de las noches de los sábados. Yo, con veintitrés años, tenía estos gustos: tabaco, cocacola, libros y una bicicleta. Los gustos de ahora son mil veces más sofisticados. Más dinero hace falta para cubrirlos. Más materialismo hay en las mentes juveniles. No hay ideal. Todo por la pasta.

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