martes, 3 de diciembre de 2013

Beber es un gran placer, dice la canción pero a veces se convierte en un peaje que hay que pagar para estar en condiciones de afrontar un nuevo día y eso ya no es un placer.
Parece mentira a la edad en que se inician en el alcohol en España. Con trece años ya casi han sufrido su primera borrachera y si lo cogen con gusto, algunos ya se convierten en alcohólicos de por vida. Que asco la transigencia que hay en España con el alcohol. Cualquier fiesta, por pobre que sea, se riega con unos cuantos litros de jarabe de litrona.
Por las mañanas, raro es el bar que no despacha unos cuantos coñacs antes de entrar en el tajo y eso estaría bien si no se prolongara la toma de alcohol luego, a lo largo del día.
Yo no soy quién para juzgar conductas pero creo que la conducta alcohólica es de las peores que se puede echar uno a la cara porque a los alcohólicos se les agría el carácter, discuten por cualquier cosa y son, en definitiva, inaguantables. Un alcohólico en la familia puede destrozarla o volverla una olla de grillos.
Si no sabes beber,  no bebas; el mundo te lo agradecerá.

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