sábado, 26 de octubre de 2013

Tener deseos y encontrarte con el muro de tu propia incapacidad, envidiar al que ha conseguido algo en la vida, eso nos ha pasado siempre a todos. Lo mejor es no ansiar demasiado eso que queremos, tomárnoslo con toda la calma posible e ir poco a poco.
No me refiero a tener el coche que tiene el vecino, que también crea envidia, si no envidiar todo un modo de vida que se ha alcanzado con mucho esfuerzo.
Hay una expresión que explica este sentimiento: "estar en la pomada", en la pomada de lo que sea, a cada uno le gustaría estar en una pomada diferente, según sus méritos.
Cuando yo era joven envidiaba a aquellos que llevaban una cartera y parecía que venían de hacer algo importante e iban a hacer algo importante en cuanto se tomaran un trago.
Luego yo di clases e hice esas cosas importantes que yo envidiaba a otros, aunque yo creo que lo que hice era de relativa importancia por más que analizo quince años de docente. Por lo menos, llevaba una cartera de allá para acá y algo enseñé y algo di de mí a los demás. El difícil mundo editorial seguro que me cerrará las puertas a cuantos intentos haga yo de publicar pero lo seguiré intentando. Dice un refrán húngaro que si quieres ser papa, te lo tienes que meter en la cabeza.

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