sábado, 26 de octubre de 2013

Los cuentos infantiles se cumplen una y otra vez. Por eso son tan repetidos, traídos y llevados. ¿Quién no ha conocido a una Cenicienta que desea que sus sueños se cumplan? ¿Y quién no conoce a alguien que se fió de un lobo y ahora anda llorando por los rincones?
La literatura de autor, sin embargo, es más compleja porque lleva en sí sentimientos más complejos. "La metamorfosis" de Kafka quiere retratar un abuso que hace una familia a una persona de la que depende toda esa familia y también el absurdo de vivir como una máquina, como una animal las relaciones personales.
Parece que de obras literarias como "Por quién doblan las campanas" no se extrae una lección tan inmediata como de "Caperucita Roja" que es muy fácil de entender. La primera tiene un escenario: la guerra civil española y Caperucita no tiene tiempo, ni lugar ni nada, por eso es tan sencilla y comprensible.
Los personajes deben ser todo lo universales que puedan para que perduren, si no, pasan a estar en el campo de la erudición literaria y no en la cultura diaria de todos los hombres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario