miércoles, 2 de octubre de 2013

La vida nos hace andar con el pie cambiado muchas veces; o sea, que no se cumplen los más mínimos deseos que le pedimos a la vida y ese incumplimiento nos va haciendo daño y más si se va pasando el tiempo y casi tenemos que renunciar a ellos.
¿Por qué los que nos rodean, que conocen nuestros deseos, no nos ayudan a cumplirlos?
Quizás la persona que desea cosas que no se cumplen está llevando un rol que le impone justamente lo contrario: esto es, hacer cumplir los deseos de otros y cuando esta persona pide no se le da porque ella, se supone, está para dar.
Pero qué esfuerzo de generosidad sería para esos que se benefician de una persona el hecho de invertir esa tendencia y pensar que deben dar algo a esa persona que hace tanto por ellos. 
Esa persona que da se negará a que los demás le beneficien en algo pero si son convincentes los que desean su bien, el deseo se cumplirá y la persona caritativa disfrutara de un deseo cumplido. Quizás el deseo a cumplir es mucho más simple que el de esas personas que están hechas a pedir. ¿Por qué no dar un poco a cambio de tanta generosidad? Al árbol que te da sombra, salúdalo en voz baja.

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