jueves, 17 de octubre de 2013

Estoy leyendo una biografía de José Luis Rodríguez Zapatero al que el autor llama el Maquiavelo de León.
Zapatero hacía muchos pactos y se le daba bien. En el gobierno practicó la "democracia instantánea" que ya practicó Clinton.
Sus gabinetes de gobierno han sido demenciales, unos ministros a los que no hacía ni caso. Pepiño Blanco era su segundo, un hombre que iba con maletines a las gasolineras.
Con Zapatero se han inaugurado muchos aeropuertos fantasmas, muchos trenes de alta velocidad que llevaban cuatro viajeros.
Con Zapatero, hasta el alcalde más tonto se he enriquecido con desviaciones de fondos públicos.
Zapatero dejó el gobierno con cuatro millones de parados. Con Zapatero pelecharon los sindicatos y los artistas, a los que se pasó a llamar titiriteros.
A Zapatero le gustaba el cine y la Segunda República española y lanzó al viento la Memoria Histórica, exclusiva para el bando republicano.
Zapatero será recordado por el cheque bebé y papeles para todos y por negar la crisis.
Zapatero era un hombre que siempre necesitaba tensión. Tensión que sólo le valía para estar sentado en la poltrona haciendo daños.

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