viernes, 6 de septiembre de 2013

El sol bruñe espadas en el mar y en el río,
espadas de luz, soles y agua.
Desde el barco se ve una ciudad
envuelta en el viento de los mares.
Cádiz y sus palomas vuelan al aire,
la catedral, las torres y el cielo tan alto
se están llenando del fulgor del mar y el azul
para que mis ojos nuevos se asombren
y diga mi cabeza, reciente y alegre también:
¡Qué bonito es Cádiz! ¡Qué luz la asiste!
En las calles de Cádiz nadie es infeliz
porque el mar, la brisa y la hora
tocan hondo el corazón para que sueñe.

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