martes, 23 de julio de 2013

La estética sexual que está ofreciendo este mes de julio a mis ojos no tiene precio.
Si algo distrae mi aburrimiento este verano es la calidad de piernas, caderas, bustos semiocultos y figuras completas que se ofrecen ante mí a cada paso. Si una resulta llamativa, la otra aún más.
Ha surgido la moda este verano de los pantalones cortos. Esta escueta vestimenta aprieta como nunca en sus contornos el tramo que va de las caderas al nacimiento de las piernas, dejando dibujado en su esplendor el hermoso culo que oscila con vaivenes al andar.
Luego, como haciéndole competencia, unas menudas camisolas apenas tapan pechos, brazos y ombligos dejándolo todo al aire y a la imaginación de quien mira.
Es todo un espectáculo.
Si todo esto aviva el deseo de forma poderosa, obligado es dar salida a tanta golosina que se anuncia como rebosando del envoltorio. Cada uno como pueda.
Dice un refrán español: amor trompero, cuantas veo tantas quiero.
Pero, ¿así de bellas y livianas serán también por dentro?

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