viernes, 26 de julio de 2013

El otro día mi hermano y yo hablábamos de la película "La misión". Allí se ve un ejemplo de paraíso creado por misioneros que un obispo representante de la iglesia, aunque fascinado por ese mismo paraíso, lo hunde.
Hoy, en una conversación con un taxista con muy buena información, hemos discutido ciertas formas de gobernar y ciertas acciones, digamos, revolucionarias.
En lo que llega mi conocimiento, Porto Alegre, en Brasil; Albacete, en España y otros municipios españoles se basan en presupuestos participativos, esto es, que el dinero que maneje el ayuntamiento es debatido y aprobado por todos los habitantes de esa ciudad.
Hemos hablado de Rivas Vaciamadrid, donde gobierna Izquierda Unida, hemos hablado de Torrelodones, donde gobierna un gobierno de ciudadanos que evitó las tropelías de la partitocracia y hemos hablado de Marinaleda y su alcalde Gordillo.
Luego, hemos hablado de Ghandi, de su resistencia pasiva.
Dice un refrán malayo: el espinazo de los pobres es la escalera de los ricos.
Cuando todo se reparte, no hay cabida para la codicia y así no hay ricos. 

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