jueves, 13 de junio de 2013

Cuando pienso en escribir algo concreto, una historia sobre todo, pienso que siempre es algo único, es una combinación de palabras complejísima por muy simple que sea lo que se cuente.
Es algo original que parte del narrador, de la persona que cuente y en qué términos elige lo que será contado.
Estoy leyendo "Rayuela" y en esa novela aparece un escritor viejo que me parece que es trasunto de Cortázar que explica su modo de entender la novela.
Este escritor viejo que se llama Morelli habla de transgredir las normas de escritura, de no contar todo según sucede, de no escribir para un lector-hembra, como él lo llama.
Yo he pensado en escribir una historia de amor como la que hay en "Rayuela".
Otra cosa a considerar es si las novelas o la literatura en general pueden cambiar el mundo o el pensamiento de la gente.
Yo creo que no. Yo creo que la literatura ha ido siempre detrás de la historia y no adelantándose a ella en muchísimos casos.
Leer "Cien años de Soledad" no cambia en nada la visión de las cosas de nadie. Simplemente, el lector ha pasado el rato.
Se puede decir. ¿y en su momento, cambió algo esa novela? Ni en su momento ni en ningún momento. Todo lo que es tinta y papel no deja de ser tinta y papel.
En nada influye la tinta y el papel en el devenir de las cosas, de las vidas de las gentes.
Es muy pretencioso oír decir a algún escritor que él aspiraba a cambiar el mundo con su novela.

Hoy el mundo es muy material, no hace caso precisamente a lo espiritual que pueda tener la literatura

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