lunes, 15 de abril de 2013

El médico me ha mandado unas pastillas para el estómago. No digiero bien. Pero lo peor es que esas pastillas me han afectado a la vista. No tolero esta claridad del sol.
Estoy solo en la ciudad.
Cuando salgo a la calle siempre me pongo las gafas de sol. Siento todavía espasmos en el estómago. No tengo que preocuparme de trabajar para vivir pero en esa misma circunstancia están todos mis problemas.
Ahora estoy tumbado en la cama desnudo. Me he levantado a comer un plátano y fumo un cigarro.
Son las cuatro y hasta las ocho no abren un local en el que mato dos horas hablando con una puta con la que quedo y luego vamos a su apartamento.
Son las cuatro. Fuera hace mucho sol y calor. Oigo la radio, pongo música, fumo. Nadie sabe que estoy aquí. Mis vecinos me ignoran.
Me huelen los pies. No me he lavado en tres días.
Acumulo una pereza grande, sólo salgo a la calle por comida y tabaco. No me adapto a este calor.
Suena la puerta. Voy a abrir. Es una vecina. Se pone a hablar. No la entiendo, parece como si no entendiera ni mi propio idioma. Me estoy volviendo loco.
Le digo adiós a la vecina. Regreso a la cama y fumo un cigarrillo. Estoy muy nervioso. Ceno y tomo las pastillas.
No me puedo dormir. Hace mucho calor. Me da la sensación de que voy a morir de un momento a otro.
Hago una llamada. El médico no responde.

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