domingo, 7 de abril de 2013

El estado mental en que he estado nada más acabar la semana santa se puede analizar de la siguiente manera: un nerviosismo grande, una irritación y una impaciencia con los demás, no poderme concentrar en tareas antes normales, una susceptibilidad enorme pues cualquier actitud de las personas me parecía que me ofendía, un idear cosas en la cabeza de desconfianza de todo y de todos de modo que las conversaciones no tenían espontaneidad o normalidad, un deseo mío de ofender al otro por cualquier cosa porque yo creía que me ofendían a mí. En mi cabeza, todos eran culpables de algo sobre mi persona, todos eran "malos" o envidiosos       o falsos o tenían doble intención. Lo he pasado bastante mal. También existía en mí la idea que todas las personas o el ambiente estaba cargado de tensión, de riña, de mala leche. Esto me hacía estar en un estado de tensión y nerviosismo todo el rato. No me dormía hasta la una o las dos de la mañana. El jueves que estuve en la asociación pensé mal de Robi, Laura, Luis y Paloma de modo que deseé dejar la asociación y deseé que la asociación se fuera a la mierda. Algo hay de cierto en que los cuatro son exclusivistas en la asociación pero yo lo llevo a un extremo y me cabreo demasiado con ese tema; con no ir, asunto arreglado. Creo que la asociación es para cuatro amigos, los demás ya no importamos y así, se va a ir a la mierda irremediablemente.
Entre Elenita, David y otros cuantos he acabado de los nervios.


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