sábado, 2 de marzo de 2013

La mente se preocupa de lo que hace la persona en esos mismos momentos. Todo le parece desagradable, falto de aliciente. La mente se fija en cada detalle y todo se resuelve en obsesión por el paso del tiempo, la reiteración de las cosas, el abandono de su persona, la rutina diaria y lo absurdo del existir. Esa sensación es la de una neurosis obsesiva que se ceba en el enfermo y no le deja disfrutar de la vida tranquilamente.
Lo he sufrido muy a menudo, así que en esos momentos procuro hacer algo: lo que sea, a ver si se me pasa la mala racha de pensamientos negativos. A veces lo consigo, otras estoy toda la tarde con ese rumiar de sensaciones desagradables.
Suelo pasear, escribir o leer aunque a veces no me concentro más que en pasear al pueblo de al lado a ver si allí hay algo que tenga la solución a mi mente contaminada.
A veces estas sensaciones duran una semana de andar errante con la cabeza gacha, los pensamientos hueros dando vueltas y vueltas sin la solución que me haga dispararme de la órbita de esta obsesión que me hace andar decaído, torpe e inactivo.
Dudo mucho esos días en que estoy así, no me decido a hacer una cosa u otra, estoy muy nervioso o irritable. Siento que algo funciona mal y me molesta grandemente, no paro de pensar en lo mismo que me hace estar mal.
Pienso que fumar esta mal, que mis relaciones están mal, que yo soy tonto, que el mundo que me rodea está mal hecho en muchos aspectos y no hay nada que me levante de estos pensamientos obtusos y dañinos.
No hay ninguna actividad de las que hacía antes que me resulte atractiva o agradable y lo paso mal porque no me encuentro motivado a hacer nada. Entonces se cae en un estado depresivo.
Nada me distrae porque estoy distraído en un innumerable ensortijamiento maldito de pensamientos malos.
Así debió sentirse Hamlet y otros locos de la literatura que no sabían qué camino tomar. Don Quijote tenía todo los rasgos de un esquizofrénico que veía alucinaciones. La neurosis te incapacita para vivir, para pensar, para concentrarte en algo durante un rato bastante largo. Es peor que estar loco de verdad.
Antonio Machado era de carácter depresivo así que debió sentirse de esta manera muchas veces. Quizás su terapia fue la poesía y pensar filosóficamente acerca de la vida y lo que le rodeaba.
Muchos pensamientos literarios de muchos escritores reflejan estas situaciones en personajes o en reflexiones o escritos de los propios escritores.
Muchos escritores estaban mal de la cabeza, es cosa aceptada y es un hecho que en sus escritos volcaban ese malestar mental u obsesiones que tenían.
Bécquer persiguió la perfección poética en sus rimas y cuentos. Tenía un talento muy bueno para captar ambientes y contar historias pero su estado de salud (tuberculoso desde muy joven) seguro que le hizo probar estos estados de ánimo de decaimiento y obsesiones mentales de los que a su vez, surgían sus historias.
Y ya está bien.

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