jueves, 31 de enero de 2013

Los chavales, como yo los llamaba y a los que daba clases, podían ser tus mejores amigos durante un año o podían ser temibles si te flaqueaban las fuerzas. Eran, en general muy exigentes. Ellos tenían una idea muy precisa de lo que era un profesor: un señor muy listo que organizaba muy bien las clases para que pasaran pronto y bien. Ese señor podía ser muy autoritario y mandón y entonces, la hora se hacía más larga y con más temor o podía ser flexible y mantener la autoridad al mismo tiempo, de modo que la hora se ajustaba a lo que quería el profesor pero había cancha para que ellos se expresaran, compitieran por la nota, se agruparan con un objetivo común, etc. De esta última manera procuraba yo dar las clases. Yo quería que se evidenciara lo que ellos sabían y tenía que organizar la clase para que fuera participativa pero no anárquica, de manera que existiera un toma y daca entre mis explicaciones, que pretendían ser someras, y las preguntas que yo hacía para tenerlos ocupados en sus respuestas. Yo siempre estaba planteando hacer grupos, pasar lista con preguntas, hacer exámenes orales para que ellos se fueran probando y no sólo se limitaran a tomar apuntes.
Pretendía que disfrutaran del conocimiento que iban ellos mismos haciendo dándoles la palabra todo lo que se pudiera. Los libros de texto, a veces, ayudaban en este objetivo mío pero otras, lo estorbaban. Yo he hecho representaciones teatrales en clase con un decorado pintado en la pizarra. He tenido en ascuas a los alumnos poniendo nota con exámenes orales que duraban una semana, pasando lista y preguntando tres o cuatro cuestiones de las más variadas a los alumnos. Para ello, tenía que confeccionar unos cuestionarios de siete u ocho hojas. Para las representaciones teatrales procuraba adaptar el lenguaje de un Lope o un Tirso para que lo memorizaran bien. Una vez acabado el interrogatorio o la representación, la nota era instantánea, hecho que les gustaba mucho pues veían la respuesta inmediata a su actuación.
No prescindía de los exámenes pero mis exámenes eran "de pensar", no sólo se basaban en verter conocimientos de memorieta. Procuraba hacer preguntas con un problema lingüístico o un texto literario con preguntas variadas para que aplicaran los conocimientos, no los volcaran sin más. 
Pero todo eso acabó. Ya no me levanto por las mañanas tempranamente pensando en qué juego o qué ejercicio pondré a los chavales para que se ejerciten en la lengua o en la literatura. Ya no hay amigos, ya no hay adversarios a los que dirigir o sugestionar con una tiza o con la oratoria práctica de un profesor.
Y pienso cada día en que he perdido un gran oficio, un gran entretenimiento que es muy gratificante si te sale bien.
Y pienso que el olor a instituto es muy humano, muy saludable, sobre todo, cuando los compañeros te dan los buenos días y los alumnos ven que tú te ajustas a lo que ellos piensan con precisión meridiana lo que es un profesor: un buen hombre que es muy listo y con el que se pasa la hora en un pis pas.
Hoy he batido mi récord de estancia en la cama. A las once y media  me he levantado a mear y me he vuelto a tumbar entre la dulce suavidad de las sábanas. Entonces, el tiempo ha debido discurrir muy deprisa pues en un par de sueños apenas atisbados y unas vueltas ajustando la cabeza a la almohada, me han dado las dos menos diez. Me he asustado al ver esa señal en el reloj. Me he vestido, he tomado miel con limón y me he echado un cigarrillo en la calle. Después he subido a la casa de mis padres a comer un puñado de potaje. La verdad es que me he asustado y pediré a mi médica que me ajuste la medicación pues no puedo levantarme tan tarde. Lo de esta mañana ha sido el colmo de la desfachatez de las horas idas en la cama. Da la sensación, ya en la calle, de que la gente se ha desesperezado de los días de frío y se ha puesto unas ropas más ligeras, más insinuantes para el sexo opuesto como si se tratara de ajustarse a una primavera anticipada. Las blusas de colores han impuesto una marcha nupcial cromática y suave del buen tiempo con el humor de las féminas.
Mañana me voy a Córdoba. Espero pasarlo bien. Voy con mi novia y con mi hermano en el Ave.
Ayer noche estuve dándole vueltas a personajes y situaciones de mi novela y tardé mucho en dormirme. Puede que de ese insomnio literario haya surgido esta tardanza en el despertar esta mañana. A ver si pongo por escrito tantas ocurrencias narrativas y se me quita de la cabeza tanto imaginar unas cosas y otras. Hay un personaje al que doy mil vueltas y considero desde más de un espejo hasta que acabo narrando mentalmente sus aventuras y me tiene frito porque va pareciendo una tortura el ir inventando sus aventuras hasta que me dan las tantas.

miércoles, 30 de enero de 2013

Hoy me he levantado muy tarde. Me he duchado y el calorcillo de los chorros de agua me han terminado de espabilar. Sin embargo, hoy no me he levantado con complejo de vago, ni nada de eso. Simplemente, me he levantado tarde pero mi cabeza no se ha ofuscado por el hecho de que el sol estuviera en todo lo alto y de haber hecho un recorrido grande por el cielo y de que los profesores             hayan dado ya el grueso de clases y se estén preparando para marcharse de los institutos. No sé si habrá algo poético hoy en mi vida o no. Hay un personaje de "Manhattan Transfer" que lucha para que su vida sea arte. Es bailarina o cantante pero se queda embarazada y una amiga le ayuda a abortar en el New York de principios de siglo. Yo también lucho para crear algo de arte pero últimamente no creo más que tortilla de patatas, lentejas y demás para alimentarme. Este blog, ya lo he dicho antes, es una especie de consuelo en el que vierto consideraciones que me pesan un poco en el corazón.
Por lo demás, voy bien. Voy bien al baño. Voy bien a tomar café a charlar un rato. Voy bien a ver a mi novia. Lo que no voy es a mi pueblo que lo tengo olvidado pero pronto iré.
Todas las noches pienso:¿se puede considerar un trabajo hacer una novela? ¿O simplemente es una distracción? Sea lo que sea, me motiva crear enredos con mis personajes y verles sufrir o reír con las cosas que les pasan.

martes, 29 de enero de 2013

Soñar en el sentido machadiano es revivir el pasado. Esto es así (creo) porque a Antonio Machado le dolía el presente, el tic-tac tiránico del presente, que le ponía en un estado deprimente. Yo combato ese tic-tac intentando que ese sonido obsesionante no suene en vano y para ello procuro ocupar las horas de la forma más adecuada que está en mis manos. Antes, el trabajo ocupaba ese tiempo del presente casi enteramente pues por las tardes que no tenía horas que cumplir dando clases estaba preocupado por las que tenía que dar o todo lo que me traía a casa para corregir. Es algo sabido que el tiempo es oro y no hay que dejarlo correr baldíamente. Últimamente, las horas de después del café son las horas que ocupo productivamente escribiendo mi novela. Las mañanas son otra historia pues no me centro en demasía.
Pero, a la manera de Machado, ¿no nos ha gustado a todos recorrer lugares unidos a nuestro pasado en que las circunstancias eran otras que las del presente y ver así con perspectiva que todo ha cambiado y nosotros percibimos el presente de ese lugar con mayor serenidad y con cierto vuelo poético, evocador que en el pasado no tuvimos?
O es al revés: que el presente de ese pasado nos agobia porque está irreconocible ese momento ido de manera que ya no es posible rescatarlo. 
Entonces es cuando percibimos que nos hemos hecho viejos pues ese tiempo pretérito simplemente ya no está, ya no hay la gente que solía haber y su lugar ha sido ocupado por unos macarras que hacen ruido y no vemos ni un resto de aquellas costumbres que vivimos y que nos llenaban tanto el corazón.
Entonces no queda otra que reunirte contigo mismo y ocupar las horas aunque sea aprendiendo alemán on-line

lunes, 28 de enero de 2013

Seguimos viviendo, esa es la verdad
pero recelando hasta de nuestras carnes,
esa es la ley para el que está aquí.
Saber vivir es ir dudando
hasta poner un pie al estribo
y ya decir: estoy seguro
por una vez en la vida
de que me voy a morir.
Porque el que vive sólo sabe que vive, nada más.
Y el que llora vierte sus lágrimas
en el oscuro pozo de la vida
y ha de conformarse con estar triste
pero vivo.
Yo no sé el paso que doy
en este mundo traidor
aunque la acera sea firme
pues en la acera de enfrente
está la causa más firme
de perderme para siempre.
Una cierta confusión mañanera me embarga. A estas horas, tiempo ha, mi cuerpo y mi mente se habían desplazado hasta los barrios de Madrid para impartir clases. Ultimamente, mi cuerpo y mi mente no se desplazan lo más mínimo y me siento como atrapado en mi propia casa por esa inoperante inmovilidad. Leo que la gente de la movida se siente decepcionada con el paso del tiempo por lo que ha devenido España. Unos dicen que España no es la última de la cola y la sensación que se tiene sobre la debilidad de la nación es exasperante por poco cierta. Somos una nación con muchas posibilidades aunque no queramos verlo.
Ayer fuimos mi hermano, Eva y yo a visitar pueblecillos como Fresnedillas y Valdemorillo. En Valdemorillo oí a un señor cantar flamenco. A mí me gustó mucho. Fue algo inusual dentro del aburrimiento general de la gente.
Hoy es santo Tomás de Aquino, patrón de los maestros. Se oyen voces infantiles por la calle.
Esta tarde me pondré de frente al ordenador y seguiré con la novela. Después, procuraré hacer algo de ejercicio.















domingo, 27 de enero de 2013

Los pájaros chillan porque el frío les ha dado tregua. Quizás anuncien un adelanto de la primavera. El viento que azotaba las ramas de los árboles esta semana pasada se ha cansado y ha dejado de fustigar. Los comercios exhalan ese olor a vacío porque la gente no compra. Los primeros signos de recuperación económica sólo valen para rellenar titulares. El paro sigue castigando la nación. Pero los pájaros no dejan de chillar, de reunirse afanosamente para piar con estruendo. Hay familias desbordadas de las que no sabemos casi nada, sólo por referencias y por números. Hay lo que se dice pobres, pobres que miran con ojos hastiados la televisión y se angustian recontando su poco dinero. Es la gran crisis. La crisis de los bancos y de las casas y del pan y del paro.
Ayer sábado leí la historia de Agustín Moreto, el dramaturgo del Siglo de Oro. Se convirtió en cura y ayudó toda su vida a los pobres en tanto que escribía obras de teatro. ¿No fue más importante su labor cercana al pobre en esa época de crisis que su dedicación al teatro? El es famoso por sus obras literarias. Al final de su vida dio todo lo que tenía a los pobres. ¿Con que actividad se sentía mejor Moreto? No descuidemos la caridad que pueda haber en nuestros corazones y descuidemos un poco la vanidad de ser reconocidos.
La ayuda que demos aquí en la tierra es más valiosa que la fama perecedera.
Eso lo he pensado yo mucho pero no he hecho nada para ayudar a nadie.
Está mi caridad anestesiada. Los pájaros chillan y quizás no saben por qué lo hacen. La excitación de estar juntos les anima a expresar el gozo de saberse vivos. Ojalá ocurriera así con el ser humano: que nos liáramos a dar voces por la alegría de estar unidos en la desgracia. La desgracia de estar vivos.

sábado, 26 de enero de 2013

Este era un hombre que se despertaba muy tarde, a las doce del mediodía y cuando se despertaba a esa hora pensaba que se le había escapado, como si de una pieza de caza se tratara, lo mejor del día. Entonces, por un instinto cinegético que se arraigó en él, pensó en descubrir y cazar el día en pleno alumbramiento; para ello, puso un amplificador conectado al despertador a las seis de la madrugada y el tremendo ruido que hizo no sólo le despertó a él sino a los niños y los adultos que había en todos los pisos donde vivía y acudieron todos a ver qué había pasado a su casa. Tuvo que dar mil explicaciones aunque ninguna apaciguó a los vecinos que creyeron que se había vuelto loco.
Entonces, para que no se le escapara el día y no hubiera tantos problemas se aplicó a sí mismo una corriente eléctrica que le despertaba sin ruidos pero con un mal humor grandísimo. Entonces, lo que le gustaba a este hombre es darse un largo paseo por la ciudad. 
Lo que hay que anotar es que el primer día que madrugó este hombre le cayó encima una tromba de agua de la cual salió vivo de milagro por la malísima pulmonía que pescó.
El segundo día que madrugó, aparte del calambrazo de rigor, fue robado a mano armada en las penumbras de la madrugada.
El tercer día que madrugó, hacía un viento espeluznante que hizo desprenderse una teja por donde pasaba y le dio en plena cabeza.
Ya no quiso madrugar más pues vio que a esas horas aparecían para él todos los peligros del mundo.
Decidió vivir el día entero metido en la cama y sólo se levantó de ahí en adelante a comer. Y le fue bien pues sus máximas aspiraciones eran leer y escribir poemas, cosas que bien se pueden hacer metidito en cama.

miércoles, 23 de enero de 2013

Un amarillo fundido de la suciedad del horizonte. Después, un azul enfermizo por el frío lleno de nubes negras. El azote del viento da paso a una tranquilidad en el aire. Ya se perciben los contornos de las cosas. En la estación de tren, a estas horas, bailan los vasos de café en la cafetera y los trenes van distribuyendo gente a sus puestos de trabajo. Hay un profesor joven que fuma en el andén y espera su tren. La máquina le llevará a un instituto donde hay chicos que esperan a ver qué dice, a ver qué manda, a ver que desvela en estas horas tempranas. La lección de hoy tiene como excusa la labor de un poeta, un poeta al que no le gustaba el tiempo que le tocó vivir. El profesor lo explica muy bien pues él también es algo poeta y entiende que hacer poesía tiene algo que ver con vivir a disgusto consigo mismo. Entonces salen esas poesías tristes que claman por el tiempo que se marcha, ese amor inasible o ese mendigo loco al que los niños hacen burlas. Todos los poetas del mundo tienen ese mismo cantar, dice a los chicos, todos los poetas son quejicas.
Llega el recreo y ya el aire se ha limpiado de restos legañosos del amanecer. Todo se ve en la pulcritud que da el sol a las cosas. Seguirá el profesor desgranando gramática y prosa en las pizarras.
A la hora de comer, todo tendrá más sentido y a la hora de regresar el cansancio en el vagón tendrá la forma de un cuaderno gastado.

martes, 22 de enero de 2013

De las tres banderas blancas
una ondeó esta tarde:
la de la soledad.
La de la altura y la nieve
no se han avistado.
Me gustaría estar ahora en Navacerrada viento verde y frío
y caminar por el paisaje que dejan los pinos.
Aquí estoy en cambio
unido a una silla
mirando palabras imágenes nombres luces
que no dicen la ferocidad
del aire entre las copas de los árboles.
Por mi ventana noto en mis ojos
el frío que estoicos sufren los álamos blancos.
Sigo mi juego y búsqueda de nombres,
ordeno acentos entre ellos
y fijo alguna idea después de todo.

lunes, 21 de enero de 2013

Sonó el despertador como todas las mañanas. Afuera, estaba todo oscuro, como todas las mañanas a esa hora. Tomás apagó el sonido estridente y se removió entre las sábanas hacia el otro lado de la cama y siguió durmiendo. Entonces, se acordó de los garbanzos que puso en remojo la noche anterior y se dio cuenta de que tendría que comprar un repollo, pimienta negra y un pimiento para la receta que leyó en la revista. 
Empezó a imaginarse mientras dormía levemente el color y aspecto que presentaría su plato de garbanzos con repollo. A las diez se levantó de la cama, dispuesto a hacer la compra.
A las once ya había regresado con todo lo necesario y metió todo en la olla a cocer. No sentía la responsabilidad de no haber ido a trabajar y sí la de que le saliera bien la receta, que le saliera apetitosa. A las doce ya tenía en la cazuela su plato recién hecho. Notó cierta decoloración con respecto a lo imaginado en la cama esa mañana pero no estaba mal del todo. Acercó la nariz a la cazuela y el olor no le desagradó. Ahora sólo tenía que esperar a Raquel y comer los dos juntos.
Raquel llegó un poco intranquila.
-Hoy es jueves. Hoy deberías estar en Madrid.
-No he ido a trabajar
-¿Por qué?
-Porque he estado haciendo este relato.
-¿Qué relato? ¿Qué estás diciendo?
-Te incluyo en mi relato y tú me lo pagas así.
-Pero es que no te entiendo. ¿Por qué no has ido a trabajar?
-Porque tenía que hacer este relato, el relato en el que yo hacía la comida y te esperaba y ahora vienes...
-Bueno. No vengo de humor. Estaba bueno el repollo.
-Esa frase sí que es de mi relato. Muy bien.
-Cuando acabes con tu relato, vas por la niña al colegio.
-Mi relato no acabará hasta que me acueste. Dura un día.
Tomás, en su relato, se quedó solo en el comedor, recogió la mesa y vio un poco de televisión. Recogió a su hija del colegio y estuvo jugando con ella y haciendo los deberes. Su mujer le pidió que explicara lo del relato pero Tomás dijo que el relato no tenía explicación, sólo transcurría como la corriente de un río. Cuando se acostaron, lo hicieron en silencio y al cerrar los ojos Tomás notó que el relato de ese día, 20 de Enero de 2013 ya había puesto su punto final.

la olla.

Se jubiló. Lo celebró con un montón de gente que le quería. Sesenta años en "Quesería Gómez" no habían estado mal. Se compró un piso en la costa y se fue a vivir en él. Recordó sus tiempos con Ana, su mujer y sus hijos. El recuerdo le fue llenando, llenando y entonces decidió hacerse un horario. Un horario que le distrajese de sus pertinaces recuerdos. Un día, vio una receta pegada a un bote de tomate del supermercado y en la hora referida a "hacer la comida" de su horario personal, se empeñó en realizar esa receta.
Se trataba de unos garbanzos con repollo.
Metió en la olla nueva garbanzos puestos a remojo el día de antes, un repollo entero (pues no sabría qué hacer con medio repollo por ahí rodando), vinagre, pimienta negra, aceite y sal. Lo tapó y aquello empezó a soltar vapor. Había que dejarlo todo cocer por un cuarto de hora. Se limitó a fumarse un cigarro mientras tanto.
Pero la cocina empezó a llenarse de un denso vapor hasta formar unas nubecillas en el techo. El hombre empezó a sudar por efecto del calor que se desprendía del agujerito por donde se expansionaba el cocido y de forma gradual pero persistente, se formó un microclima en la cocina con un olor indefinido a legumbre y verdura ácidas hasta que todo ese gas oprimido estalló en forma de lluvia que le caló toda la ropa.
El jubilado no daba crédito a lo que estaba viviendo.
Al cuarto de hora apagó la olla empapado de una agua olor a caldo, la lluvia cesó, salió a la playa a secarse y después comió el cocido más rico de su vida. Después de la siesta incluida en el horario que se fabricó, se lo contó a un vecino pero no quiso creerle. Incluso añadió que el hombre se estaba volviendo chocho e inventor de embustes. A la tarde empezó a llover pero la lluvia no traía ese olor a cocimiento del mediodía.

domingo, 20 de enero de 2013

En la noche oscura, a los lados de la carretera
palpitan las luces y los corazones
que de bruces manchan con ideas a Dios.
El coche avanza con dos cuerpos dentro.
El aislamiento que procura ese cubículo móvil 
procura también frases de procedencia gutural, cósmica y sincera.
Es tan íntima la noche que los cubre
y tan íntima la conversación que tintinea mientras llueve,
que las gotas del parabrisas bailan mientras las bocas dicen.
Al albur de los carteles que indican lugares los dos deciden
ir recorriendo las vías que transitan sus corazones
hasta acabar concluyendo
que la vida quizás, sólo quizás, es carretera de una sola dirección
y el corazón, a lo mejor, oscuro ente atravesado
por el dulzor y el pánico de saberse órgano,
la mejor manera de conducción.
Me pasa siempre:  durante media hora después de levantarme estoy preguntándome por qué me he levantado tan tarde. Y se origina en mi espíritu una lucha existencial en la que me lamento de haber perdido al menos tres horas de vida metido en la cama sólo notando el calor de las sábanas y una ligera inconsciencia al dormitar hasta las once u once y media. Pero pasada esa lucha en que me acuso de vago, dormilón e irresponsable, se me va pasando esa lucha o sensación de mi cuerpo y de mi alma y dejo que la mañana pase tranquila hasta la hora de comer. Todos los días suelo sufrir esta transición de sentir haber malgastado tiempo a notar que la mañana sigue su ritmo normal. Si yo me propusiera tareas que hacer, me despertaría antes. Otra de los sentimientos negativos que acuden a mi mente es la comparación de mi ritmo de vida actual al ritmo de vida que llevaba como profesor. Cuando era profesor, me solía levantar entre las seis y las siete de la mañana para ocupar casi dos horas en transporte público (pues yo no usaba coche) hasta llegar al instituto donde daba clases. Las empleaba en el vagón o escribiendo alguna historia cuando estaba inspirado ( y a esas horas no solía estar inspirado) o leyendo el "20 minutos". Cada vez que veo ese diario casualmente me recuerda invariablemente a esos trayectos larguísimos en metro o tren y recuerdo que solía sacar algunas veces un cuaderno y me ponía a escribir las sensaciones del día o algún resabio que tenía yo sobre algún tema que me andaba por la mente. Actualmente, a las doce del mediodía pienso: "ahora estaría yo metido en una aula dando clases. Serían buenas o malas pero estaba ocupado".

Resulta que tengo recuerdos muy buenos de algunos cuadernos que fui llenando durante todo el curso y que guardo por ahí y no dudo de que tengan alguna validez literaria. Un clásico era la descripción de situaciones absurdas en la que un novato entraba a trabajar en una institución. Creo que una vez llegué a escribir unas liras muy apasionadas a una alumna de la que me enamoré. Siempre había en esos cuadernos una oda satírica dedicada a cada instituto en el que me encontraba en la que ponía de chúpame dómine a los profesores que trabajaban allí. Y así iban transcurriendo los días en el instituto, entre la preparación de clases, su impartición, los exámenes, las sesiones de evaluación y las idas y venidas en los vagones del cercanías.

Que yo me levante más temprano dependerá de la tarea que me imponga nada más vestirme. El frío que corre por casa a esas horas es un mal aliado para incorporarme pues noto el tibio roce de las sábanas persuadiéndome de seguir allí metido. Dicen que en febrero busca la sombra el perro. Esperaré a ese mes para plantearme hacer ejercicio al levantarme o quizás ponerme ante el ordenador y escribir algunas páginas de mi novela. He notado tiempo atrás que si se hace ejercicio en la mañana, la mente deja el embotamiento de las horas nocturnas y se esclarece, lo que viene bien para la actividad intelectual posterior. Entonces mejor será: primero, ejercicio físico; después, ejercicio mental.

Una quimera que persigo siempre es crear algo así como una gramática que tuviera unos presupuestos distintos a las actuales. Una pequeña obrita que recogiera mis saberes lingüísticos para la enseñanza de una lengua. Pero eso supondría unos estudios técnicos  
y unos recursos y una planificación que por ahora no me son dados.

Otra actividad, propuesta por mi hermano, y que veo con buenos ojos, es ponerme a leer toda la literatura de un momento literario y hacerme experto en ella y así especializarme por mi cuenta pero no le doy nunca comienzo.

Este blog me ha servido de un estímulo incalculable para ponerme a escribir, aunque no sean más que reflexiones y valoraciones mías de cuya utilidad dudo mucho para los demás. Aún así, es una de las excusas primordiales, además de leer la prensa en internet, para levantarme.
Toda la actividad que suelo llevar, la suelo llevar por las tardes, cuando ya mi mente se ha serenado de pensamientos negativos sobre mi pereza, mi falta de estímulos para madrugar y mi irresponsabilidad al dejar abandonado mi cuerpo en manos de lienzos y mantas subyugantes.
No hago mal a nadie más que a mí mismo por dejar que mi vida se agoste en posición horizontal tanto tiempo que otros aprovechan para haber hecho ya muchas cosas. Lo superaré y haré cosas, si no prodigiosas, dignas de un profesor jubilado.



sábado, 19 de enero de 2013

Yo tenía unos alumnos en mi etapa de profesor que, por hacer la gracia, siempre estaban diciendo, arrastrando la voz: "qué falso". Lo repetían una y otra vez, cuando me contestaban a cualquier cosa. Pudiera parecer un mantra o una idea fija que se les había quedado en la mente. Me llegó a hartar, claro y todavía no sé muy bien a qué se referían con aquel calificativo que valía para todo y no valía para nada. Pero a lo largo de mi vida he recordado esa manía de aquellos chicos y quizás no les faltara razón. Lo que yo decía no era falso, era la explicación de unos temas de lengua o literatura pero la pose que adoptaban estos chicos llegó a gustarme después pues yo también veo mucha falsedad en todo lo que veo.
Todo lo que nos venden, todo lo que nos dicen los políticos, todo lo que aparece en televisión, todo lo que observo en algunas personas de las que quiero estar lejos en sus actitudes me parece falso y yo también estaría dispuesto a decir "qué falso" ante cualquier manifestación que yo reciba del exterior pues todo se traduce en decir algo a lo que ya se ha traicionado con anterioridad. O juzgar a una persona sin darse cuenta de que no se ha juzgado ni un momento a sí mismo. Son actitudes que me repugnan y que le repugnaban a aquellos chicos porque yo detentaba un poder sobre ellos pero yo no medía bien mi poder. Por eso les sonaba todo lo que emanaba de mí, falso. Ante otros profesores más serios que yo, no creo que se atrevieran a exhibir esta protesta pero seguro que les parecerían aún más falsos que yo.

viernes, 18 de enero de 2013

Me encuentro varado en el tiempo
como podría estarlo un barco inglés en una isla ignota del Pacífico.
El jugo de las letras no alimenta.
Sólo entretiene un poco el paladar.
Calma chicha metido en el barco de la molicie.
Las sábanas encubren la falta de deseo narrativo.
Las conversaciones que oigo en el bar son viento, ceniza, humo.
Yo mismo parezco un cuerpo que avanza en la ineptitud.
Me tiene anestesiado una provechosa paga de pensión.
El tiempo se detiene un rato frente a un café, 
frente a la ventana, frente a la nada de la indecisión.
La novela que escribo se ha convertido en un montón de palabras
como un ejército vencido que desea la paz y el olvido.
Quizás el mar me diera la respuesta de los acontecimientos vulgares
que se dan todos los días al retortero de mi existencia.
pero el mar está lejos y está frío y está oculto y está vedado.
Yo soy yo y mi voluntad. Mi voluntad vuela, yo ando a ras
de la acera, lugar donde nadie vio nunca nada maravilloso.
Esta ciudad aprieta el corazoncito de sus habitantes hasta dejarlo
tullido en medio del pecho.
Quizás el mar aplaudiera si yo le mirara desenroscarse en olas.
pero el mar está lejos y está frío y no me quiere aún.
Para no perder la costumbre, voy a rellenar unas líneas dando una impresión sobre lo que veo y siento. No todos los que salen en las noticias deberían salir en ellas. Y si salen, es para envilecerse aún más de lo que ya son sin salir en los medios. Ahí tenemos a Bárcenas, ahí tenemos a Aguirre, ahí tenemos al clan Pujol, ahí tenemos a tantos cabrones que siguiendo una política de amiguismo, pretenden que lo público sea privado. 
No sólo quieren privatizar todo lo que se pueda sino hacer de la política una forma de enriquecimiento. Cuánto dinero ha repartido Bárcenas entre cargos del PP. Qué amiguitos de González se encargarán de la sanidad pública. Con qué dinero se compró González un chalet de 770.000 euros. Aguirre, venga inaugurar hospitales para luego privatizarlos. Menuda gente más asquerosa.
Bueno, amí me gusta que esto salga a la luz pública y que los que iban de guays por  la vida lo pagaran con la cárcel. Pero siempre surge la misma pregunta:
¿Por qué no entregan lo que han robado? ¿les ha dado tiempo a gastárselo?

jueves, 17 de enero de 2013

Pasan caras cansadas cuando vengo de la compra. Aparecen ante mis ojos cuando voy por la acera. No son caras como para llevártelas a casa de recuerdo en una foto. Alguna que otra refleja una profunda angustia y me pregunto cuál será la causa de ese sufrimiento. Yo también he caminado por la ciudad con un careto que se me caía de pura tristeza. En estos momentos en que vengo del mercadona mi cara está relajada, noto sus músculos sin tensión alguna, lo que pasa es que me preocupo por cosas que no creo que son muy comunes, como mi falta de apetito literario, mi desorden vital en el que he entrado últimamente; en fin, nada que el común de los mortales no pudiera remediar con un par de cervezas ante un partido de fútbol.

Las cosas son así: lo que a uno le preocupa al otro le trae al pairo. O  lo que uno resiste tranquilamente y tira para adelante al otro le hace polvo. Y lo que uno nunca ha pensado, es causa de ingreso psiquiátrico al que está mirando en la puerta de enfrente.

miércoles, 16 de enero de 2013

Afiebrado, con los ojos doloridos
por esta maldita gripe del invierno de 2013
escribo que no me siento bien para escribir.
He leído en un artículo de internet que Javier Marías es mermado
en el uso de la lengua.
Dice cosas en sus libros como:
"las manos no saben donde rebosan las manos"
que no hay quien lo entienda.
Dice otras muchas cosas faltas de lógica y razón.
Yo leí una obra suya sobre Oxford
que además de ser difícil de leer
era en todo punto incomprensible.
En la prensa se explica mejor pero me han dicho
que hay novelas suyas que son muy enrevesadas y faltas de toda razón literaria.
"Los enamoramientos" por ahora le ha salvado.
Yo prefiero escribir sencillamente, aunque lo que cuente sea 
una paparrucha que no interese a nadie.
Ya tenemos bastantes complicaciones
para complicarnos leyendo una puta novela.


sábado, 12 de enero de 2013

Estoy como ausente,
las palabras de la gente
no me dicen nada;
quiero, sobre todo, palabras literarias
palabras literarias que vengan de algún libro
por poco inteligente que este sea
para poderme evadir de este día,
este día absurdo
que todo lo rodea.
Hablar es ir diciendo cosas inconexas;
crear una historia, contar con palabras
es decirlo todo y agruparlo en un círculo.
Me hablan mi hermano, mi novia y mis padres me hablan
y no me dicen nada inteligente.
No quiero las palabras de la gente.
Quiero las palabras de los libros
que se enredan en metáforas y símbolos
y me entretienen la mente
de forma fabulosa y estridente.


viernes, 11 de enero de 2013

Adonde va el río, surcando gentes y prados
voy yo sin darme cuenta.
Me siento las carnes dormidas en la vida
y pienso en un café, en un amigo, quizás en esa guerra.
Y poco a poco mi cuerpo va cumpliendo
el destino al que fue atado cuando vino al mundo
y ando y río y cuento cosas y oigo otras
y mi nacimiento ahora es esto que contemplo en el espejo.

Yo moriré.
Y cuando muera no habrá ríos ni pájaros de estos que vuelan en el pequeño teatro de mi ventana.
Ayer pasé una mañana muy aburrida con David. No debo perder el tiempo. Le hice un aparte al respecto: Me daba la sensación de tiempo perdido.
He pensado que para febrero procuraré levantarme a una hora razonable, me enfundaré el chándal e iré a andar a Las Rozas.
Debo persistir en la novela del mendigo. Debo exponer en una hoja todas las ideas que se me vengan a la cabeza para seguir con el mismo tono "consejero" que tiene la novela al principio. Quiero que sean aldabonazos a la puerta del lector sobre cómo es la vida y las añagazas que nos reserva a los pobres mortales esa misma vida que vamos viviendo. Para ello, no importa tanto el argumento, que puede ser mínimo, sino el tono, la forma en que planeo la novela. Su extensión no será grande: lo asemejaríamos al "Extranjero" pero con poca parte narrativa y sí una gran parte reflexiva del propio mendigo. Quiero defender la tesis: "alguien se hace mendigo por propia voluntad" porque me parece atrayente porque recuerda a los santos del medievo.
En cuanto a la novela del matón la tengo que dejar olvidada pero es muy irónica y divertida, así lo creo yo y daría mucho juego. Pensé muchas cosas para ella pero no las apunté, de modo que cuando empiece a leerla otra vez tendré que retomar las ideas que me surjan.
La novela de la africana va bien y no desecho meter pasajes que no me gusten del todo para avanzar y acabarla de una vez. Voy por la página 100 y debería leer del tirón esas 100 páginas a ver qué sensación me hacían.
Lo importante es despertarme pronto en febrero para hacer ejercicio y perder esos kilos que tengo aposentados en el abdomen. Luego, me dedicaría a las novelas.


miércoles, 9 de enero de 2013

Por unos días veo el mundo
todo lleno de color.
Pero me inquieta una una duda,
una duda sibilina, una duda que es traición:
¿Hasta cuando durará este mundo de color?
Hallaré la respuesta viendo
que un sabio como yo
no puede fiarse un pelo
de este mundo tan traidor.
Mi mente augura tormentos
que ya sentí anteriormente
y sin demorarlo mucho
de sentirme tan contento
pasaré mucho dolor.
Porque la vida es incierta,
porque la gente no deja
de enredar una y mil veces.
Porque la crisis aprieta,
porque la dicha no dura
y además tengo una mente
tortuosa, maligna, torpe
que me acosa sin parar
y me hace pensar mal
de lo que es lo normal.
Los días transcurren como dentro de una burbuja, en forma de círculo, sin extenderse más allá de un giro corto de la fortuna. Simple twist of fate, como decía Bob Dylan. El se refería a que un golpe de suerte cambia la forma de vida de una persona. Yo me refiero a que la fortuna me tiene metido en un círculo menudo en el que me muevo como lo haría un pececito en su pecera.
Las conquistas que hago son: fumar menos, intentar levantarme antes (sin conseguirlo), desear hacer un viajecito como el que hicimos a Navacerrada; en fin, pequeñas cosas. Mis deseos y mis aspiraciones son tan simples como ese giro corto de la fortuna.
Ayer estuve hablando con el taxista que vive en Villanueva de la Cañada sobre mi paga. No debí ser tan sincero ni explicarle nada sobre lo que cobro ni en qué situación estoy. Seguro que a esta hora lo saben todos los taxistas.
Me parece una situación casi injusta la mía. Estoy cobrando una buena pensión por haber trabajado diez años y, como dijo el taxista, hay gente que ha estado picando cuarenta años y le dan una mierda.
Casi hubiera preferido que mi pensión hubiera sido más modesta. Así no me sentiría así como me siento. Mi situación es abusiva. Vale que tengo una incapacidad pero lo veo exagerado.
De todas formas hay que aprovechar la coyuntura y ahorrar y pasármelo bien todo lo que pueda. Viajar con Eva, disfrutar del dinero y a la vez, ahorrar.
A lo mejor Eva piensa en comprar un piso en vez de vivir de alquiler pero yo no estoy por la labor de comprar más pisos.

martes, 8 de enero de 2013

Van pasando días del cocido invierno
y yo me siento como en un puchero muy pequeño
friéndome en aceite, esperando la hervidura
del agua que me entone
para ser servido con patatas
a comensales dignos de tan caras carnes.
Gordo yo, Pantagruel
de los días enormes que no avanzan.
Me quedo en la cama
haciendo grasa,
mi cuerpo sirviendo de invitado al grasiento desayuno
que se ventila entre las sábanas y mantas
mientras Pepe, Maricruz e Isabel la bachillera
se levantan a las siete con herramientas y cuadernos
para trabajar muy duro y estudiar los temas
de actualidad, que son: 
la crisis, la abstinencia y la falta de ganas 
del bolsillo
de darse un festín o mariscada un domingo de estos.

Hay que ver lo bueno que es para la mente salir de tu entorno diario  y ver otras cosas aunque estén tan sólo a 80 kilómetros de distancia.
Ayer estuve a Navacerrada; de allí fuimos a Cotos y de allí, a Segovia donde todo reposaba como en un tazón de leche muy fría. Fue divino para mi mente, que el día de Reyes estaba un tanto torturada, lo que se traducía en angustia para mi persona.

Yo fui notando a medida que avanzaba la mañana que mi cabeza se iba clarificando ante la vista de un sol precioso y una montaña que acogía mi ser como una madre. Yo iba notando que mi mente descansaba de cálculos penosos que hice en mi ciudad. Yo notaba una tranquilidad delante de mi vista como no la había notado mucho antes.

Y es que eran muchos días pasados viendo solo coches y la Gran Vía de mi ciudad, lo que conllevaba un aburrimiento grande de mi persona. Manos mal que este viaje me ha dado una vidilla que necesitaba para poder avanzar y he avanzado en mi tranquilidad.

En cuanto a los acompañantes, fueron mi novia y una amiga de esta. Yo no hablé mucho. Sólo respiré el aire puro y sentí mis poros llenos de tranquilidad. Un día muy bonito.


sábado, 5 de enero de 2013

El Quijote, Madame Bovary, Gulliver, Cien años de soledad, Dr. Jekill y Mr. Hyde, Cumbres borrascosas...¿Qué hace que estas obras sean algo más que libros? Yo creo que un lector inocente, ignorante de todo bombo y platillo con que se anuncian las obras de estos autores (Cervantes y Shakespeare como los dos "in" de toda la literatura) podría leer el Quijote como la "historia de un loco que se cree caballero andante y le pasan aventuras, con un escudero del pueblo llamado Sancho".Se podría extender en las aventuras o en la complejidad de las mismas o de la historia misma pero al final, un lector ignorante o inocente diría eso del "Quijote". ¿Y para qué decir más? Todos los eruditos que como buitres se han lanzado sobre los restos (eso que llaman teoría de la recepción) del "Quijote" para decirnos que el Quijote simboliza esto y lo otro, la libertad, el idealismo del ser humano, la locura, el amor, etc harta bastante y sólo ha servido para encasillar a este libro como libro académico y del buen decir. ¿Por qué no han dicho otro tanto del "Guzmán de Alfarache"? ¿por qué no es este el que han canonizado para siempre?
Yo creo que al lector hay que darle el libro mondo de sabidurías y críticas influyentes sobre él. Que se lo lea sin saber nada de él.
Yo he leído el "quijote" tres veces y todas esas resonancias simbólicas y académicas me han parecido huecas. Está muy bien escrito, a qué dudarlo, pero ¿Toda esa balumba sobre él? ¿A qué viene? ¿es un modo de preservar la hispanidad? ¿A qué viene decir que es la novela más importante del mundo? ¿Quién puede decir cuál es la novela más importante para mí?¿Por qué una novela escrita en 1605 debe ser una gran obra? ¿Y si a mí no me gusta el tema ni los personajes ni la época de esa maldita novela? Lo mismo digo para todas las novelas ensalzadas a más no poder por la crítica y el lector inocente las califica de aburridas, de pasables y sin embargo lo pasa bien con una novela de ciencia ficción o el best seller más rabioso porque sí le dice algo, no las aventuras de un señor del siglo XVI.
¿Quién es Moñino ni Moñina para decirme a mí  lo que debo leer y si una novela es así o asao? Yo busco el entretenimiento en cada lectura, no el coñazo erudito de gente erudita hasta la imbecilidad.

Dicen que hoy es una noche mágica. Pero para los niños.
Hoy y ayer me he planteado qué hacer con todo el tiempo libre que me va a quedar todo este año. No siendo yo muy aventurero (más bien corto de miras, nadie me enseñó a volar, más bien a quedarme en casa tranquilo) no sé qué haré con el tiempo.
El tiempo vuela, el tiempo es oro, hay que ir con los tiempos, el tiempo mata. Hay muchos dichos con protagonista el tiempo.
El tiempo que se extiende ante mí parece una indómita mole de barro que no sé cómo modelar. Tendré que pensar muy mucho qué hacer con esa mole para no desesperarme.
Jubilado a los cuarenta años. Una buena paga (parece) y tiempo, mucho tiempo sin ocupar. Me da miedo.
Tengo una novela por escribir.
Tengo una novia con la que pasar el tiempo.
Tengo unas cuantas lecturas buenas.
Tengo el mapa de España para recorrérmelo.
Me puedo hacer un pequeño viajero.
Hay que empezar con trayectos cortos (Ávila, Segovia, Toledo...)
Pasar el día, esa es la filosofía.
El lunes se acaba el periodo vacacional de navidad. El martes todo volverá a la normalidad.
Mi novela, mis lecturas y mi mapa.

viernes, 4 de enero de 2013

Son las 12:50. Me he levantado a las 12:00. Veo el sol por la ventana y me digo a mí mismo que hubiera sido una buena mañana para dar un paseo por el campo. En esta sociedad se premia el ocupar el tiempo, el hacer cosas pero, ¿lo bien que estaba yo en la cama al calorcillo de las sábanas? Hay una tendencia que se llama slow o algo así y que consiste en hacer pocas cosas y despacio.
No estoy motivado por hacer cosas.
Podría levantarme y barrer y fregar pero no lo hago.
Se está muy bien pegadito a las sábanas, calentito como un bollo, metidito en la cama. Ya vendrán otros tiempos de levantarse pronto.
Con la paga que me dan no necesito trabajar y no sé si eso es un progreso en mi vida pero muchos trabajadores darían el brazo por quedarse en la cama hasta las doce.
Se me ha roto el reloj casio. Es una señal. Una señal de que el tiempo no cuenta. Parece como si mi vida se hubiera estancado porque yo antes era muy activo e iba de allí a aquí. Ahora no voy a ningún lado. Me quedo quietecito leyendo las noticias en mi casa.

jueves, 3 de enero de 2013

Me alivia escribir. Escribo para defenderme de la abulia, dicho más ordinariamente, el aburrimiento. He mirado las noticias en internet, otro entretenimiento. Desde que me jubilaron por mi enfermedad, tengo un montón de tiempo libre que ocupar. He pensado que en estos tiempos en que falta el trabajo a tanta gente, en que tanta gente está desocupada, lo importante es saber qué hacer con el tiempo libre. Hoy, por ejemplo, he pasado la mañana con Juli, un amigo en el paro que paseaba por la ciudad. Me sorprende su actitud: no se pregunta por nada, tiene un sentido práctico espeluznante y además tolera muy bien su soledad.
Sin embargo yo me levanto lleno de nieblas en la cabeza, con pensamientos oscuros que menos mal que se van despejando durante la mañana.
Tengo la idea de que yo tengo "la mente compleja"; o sea, que mi cabeza va más allá del día de hoy y avanza en unas preguntas sin respuesta que me hago gratuitamente y que realmente me estorban.
El Juli dice que la nostalgia y la melancolía estropean el "celebro".
Yo me lo estropeo todos los día poniendo una serie de pensamientos en él sobre la inutilidad de la persona humana.
Ojalá haya algo que me libre de pensamientos tales y vea la vida como una oportunidad y no como tiempo que pasa inútilmente.

miércoles, 2 de enero de 2013

He leído en El país un articulo que decía: "aguantar mata" y lo comparaba con un alpinista que estando escalando se queda quieto y aguanta, por lo tanto, termina cayéndose. Lo que debe hacer España, según este articulista del que no recuerdo su nombre es encontrar una salida al ciclo económico positivo que empezó en los 80 y acabó en 2007. Según este autor, el problema económico de España es interno y agraviado por una crisis mundial. Al ser interno, hay que buscar nuevas vías para el crecimiento económico, no meramente aguantar, que es lo que se dice habitualmente: aguantar los recortes, aguantar la situación...Para ello debemos cambiar nuestra cultura y nuestra forma de pensar para salir adelante. Por otro lado he leído que España es la nación en toda la zona euro que mejor ha sabido colocar su deuda y ha colocado unos 45.000 millones de euros. Esto es buena señal.
Para 2013 yo creo que España sabrá adecuar una forma de salida de la crisis más creativa y adoptaremos las medidas de ingenio necesarias para alcanzar la cima de la crisis para empezar a crear empleo, pues el índice de desempleo es el que nos lastra tenazmente.
He pasado la mañana leyendo prensa. Me ha llamado Jose Mari que dice que han estado en Alicante y hacía un calor "de ir en manga corta". Ha empezado a contar cosas de la niña y me ha pedido el mail para mandarme una foto de la niña. Yo le he cortado diciendo que tenía que hacer la colada, como así era y me he despedido de él.
Llevo tres cigarrillos fumados. Si me hubiera levantado a las 9:30, me habría sobrado mucha mañana. Hay que prever las actividades que pueda hacer por la mañana para poder levantarme más pronto y que no me "sobre" mañana.